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Entre los derechos, la rabia y la justicia dominicana

Por: María Nicaury Ureña.  

En los últimos años en la República Dominicana se han registrado un sin número de casos y presuntas violaciones a infantes, dejando en descubierto la pérdida de cordura, respeto y de los valores que en una época fueron la principal carta de presentación.

Esta situación de una manera casi inevitable, hace que cualquiera se olvide de las leyes y pierda la compasión por el presunto acusado y culpable de haber cometido un acto tan vil contra un niño y peor aun cuando se tiene el temor de que este no pague por su delito, esta es quizás la razón principal por la que la ciudadanía decide tomar la justicia por sus propias manos, propinándole maltratos físicos, muchas veces de gran magnitud como hace unos días sucedió en Dajabón.

Algunos moradores de este municipio atraparon a un hombre de 32 años al que acusan de violar y golpear a una menor de siete años de edad. Los testigos en este caso, fueron unos niños que cruzaban por el lugar y dieron la voz de alerta, de inmediato una gran multitud sin preguntar y sin rodeos rápidamente atraparon al hombre.  Las imágenes que rondan en los medios y redes sociales son suficientemente gráficas para inmediatamente notar que la fuerte golpiza que el acusado recibió en barias zonas de su cuerpo y la cabeza, buscaban mucho más que dejarlo solo herido.

En el país existen reglamentos de protección del imputado en contra de quien existen simples sospechas de participación en un hecho que reviste caracteres de delito.

Todos los derechos del imputado son tendientes a resguardar su persona y su dignidad de tal, asegurándole su calidad de sujeto de la investigación y no de objeto de la misma y a no ser sometido a tortura ni tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Pero, ¿Qué sucede cuando la justicia alega que no existen las pruebas necesarias para condenarlo?, o cuando es así, ¿Qué pasa si la condena recibida no es suficiente para que pague su “grabe” delito o simplemente tiene que pagar una multa y le dejan en libertad?  Estas preguntas son el motor que junto a la rabia dominan la mente de todo aquel que tiene en frente un presunto violador infantil.

Como periodista, mi deber es instar a la ciudadanía a creer en la justicia dominicana, a confiar en que se condenará justamente a los culpables de este y cualquier otro delito, pero como periodista, tengo un deber mucho mayor que esta dibujado en mi frente y en cada dedo que utilizo para mis escritos; La verdad.

Fuentes:

Libro: LOS DERECHOS DEL IMPUTADO EN EL PROCESO PENAL (Universidad O&M)

Fecha: 6-3-17

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