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Sydney, 2000

Los de Sidney no fueron unos buenos Juegos Olímpicos para España. Tan sólo nueve medallas, lejos de las 17 de Atlanta o el récord de Barcelona, donde se consiguieron 22 metales. Destacó el bronce conseguido por la catalana María Vasco en los 20 km. marcha por ser la primera medalla que conseguía una atleta española en la historia. En el otro lado, fue especialmente dolorosa para los aficionados al fútbol la derrota en la final del torneo contra Camerún. Y es que los jóvenes entrenados por Iñaki Sáez dejaron desaprovechar una ventaja de dos goles para acabar perdiendo en los penaltis ante unos leones indomables liderados por Etoo y Mboma.

Peores, no obstante, fueron otras decepciones, como las de la delegación masculina de atletismo, que volvió a casa con el medallero a cero. Unas veces las malas actuaciones y otras la falta de suerte acabaron por desbaratar todas las opciones españolas de medalla. Así, Yago Lamela, subcampeón del mundo de salto de longitud, no pudo clasificarse para la final tras un año plagado de lesiones. En los 1.500 metros, terreno propicio para los españoles, tampoco hubo suerte. Por último, en las grandes distancias Martín Fiz (maratón) y Valentí Massana (50 km. marcha) quedaron sexto y cuarto respectivamente. Decepciones destacables fueron también las de la selección de baloncesto, que sólo pudo ser novena, y la de waterpolo, que perdió una semifinal agónica contra Rusia y quedó finalmente cuarta. Esta final de consolación fue la despedida de Manel Estiarte, el hombre de las seis olimpiadas.

A nivel global, Marion Jones fue la gran protagonista, para lo bueno y para lo malo. Hasta tres veces escuchó el himno nacional estadounidense desde lo más alto del podio, sin perder ni un instante su bella sonrisa. A ello sumó otros dos bronces para acabar con cinco medallas. Lástima que después de los Juegos Olímpicos se descubriera que había conseguido tal hito con la ayuda de sustancias dopantes. Fue desposeida de sus cinco metales tras confirmarse el positivo.

Sin embargo, en Sidney el deporte rey no fue ni el fútbol ni el atletismo, sino la natación. Y es que durante los Juegos Olímpicos se batieron un total de 15 récords mundiales, seis de ellos por parte de dos nadadores holandeses. Peter van den Hoogenband e Inge de Brujin destrozaron tres cronómetros cada uno, coronándose como reyes de la natación.

Ahora bien, tres récords mundiales no fueron suficientes para que estos dos holandeses se llevaran la mayor ovación de la piscina olímpica. Tal honor fue para Eric Moussambani, un nadador guineano que necesitó 112 segundos para completar la prueba de 100 metros libres. El estadio se volcó con este nadador que a pesar de su evidente falta de entrenamiento saltó a la fama y llegó a protagonizar spots publicitarios tras la cita de Sidney 2000.

La exquisitez del público australiano con los atletas, la consagración de Maurice Greene como mejor velocista del mundo y la participación record de más de 11.000 atletas fueron algunos de los hechos a destacar de una cita olímpica en la que la gran calidad de las instalaciones sorprendió a los atletas.

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