Atenas, 2004

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En un duelo de clásicos, Atenas ganó la partida a Roma en la lucha por albergar los Juegos Olímpicos de 2004. Casi 3.000 años después de las primeras olimpiadas (datadas del año 776 a. C.), la cita con el mejor deporte volvía a Grecia para tratar de recuperar la esencia.

El objetivo se consiguió a medias. Y es que la sombra del dopaje fue muy alargada. Las olimpiadas empezaron revueltas en este sentido, con la fuga de los atletas griegos Kostas Kenteris y Ekaterini Thanou de su hotel tras negarse a pasar un control antidopaje. Posteriormente, hasta 24 atletas fueron acusados de tomar sustancias prohibidas, siendo los Juegos Olímpicos con más casos de la historia.

A nivel estrictamente deportivo, el gran protagonista fue Michael Phelps. El joven nadador americano llegaba a Atenas con la mente puesta en los siete oros olímpicos del mítico Mark Spitz. Todo, con sólo 19 años. Al final no pudo igualar a Spitz, pero acabó con un palmarés para la historia: seis oros, dos bronces y un récord del mundo. Las medallas tienen más valor todavía si se tiene en cuenta que compitió contra otros dos monstruos como el australiano Ian Thorpe o el holandés Peter van den Hoogenband. La final de los 200 metros lisos, que Thorpe arrebató al joven estadounidense son uno de los momentos que quedaron para la historia de la natación y del olimpismo.

Y si los de Atenas fueron los Juegos Olímpicos que dieron la bienvenida a Phelps como figura del deporte mundial, hubo otros que en Grecia se despidieron tras una trayectoria envidiable. Es el caso, por ejemplo, de Maurice Greene, otrora recordman mundial de los 100 metros lisos, que fue superado en la final de esta disciplina por su compatriota Justin Gatlin. Fue el final de una trayectoria llena de éxitos, con un oro olímpico y tres campeonatos mundiales, tan sólo ensombrecida por las lesiones. Pero quizás el caso más paradigmático fuera el del polaco Robert Korzeniowski, plusmarquista mundial de los 50 km. marcha y campeón olímpico. Lo curioso del caso es que Korzeniowski, un mito dentro del mundo del atletismo, dejó la competición para pasar a entrenar al que había sido uno de sus rivales de más entidad: el español Paquillo Fernández.

De los españoles, nubes y claros. A nivel estadístico fue la segunda cita olímpica con más medallas (19) tras Barcelona. No obstante, muchas de ellas fueron de escasa entidad, poco mediáticas, lo que restó valor a la poco desdeñosa cifra. Y es que para el gran público no es lo mismo el oro olímpico de Fermín Cacho o del equipo de fútbol en Barcelona que las numerosas medallas conseguidas en deportes como la vela o el piragüismo.

Gervasio Deferr, que consiguió su segundo oro olímpico, o David Cal, con dos medallas, fueron algunos de los protagonistas destacados de una delegación española que se quedó en blanco en los grandes deportes por equipos. Fútbol, baloncesto, balonmano o waterpolo defraudaron a los aficionados tras haber creado muchas expectativas.

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