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Y lo de volver a la normalidad, ¿pa’ cuándo?

Mucha gente desespera con las restricciones propias de la denominada “covidianidad”.

POR: NÉSTOR ESTÉVEZ – Periodista Reside en Santo Domingo.

Con todo y que la vacuna, con sus bemoles, abre las puertas a una nueva etapa, lo real es que eso que se acerca y que se asume como normalidad, no merece un verbo como “volver”.

Pues, aunque luzca un poco fuerte, lo real es que no volveremos a la normalidad; lo que ya tenemos es una nueva normalidad. Como habremos escuchado de manera reiterada, en alusión a temas como el teletrabajo, “muchas cosas llegaron para quedarse”.

Recordemos que Covid 19 llegó en un momento marcado por dos características básicas: tiempos de cambios acelerados, de un lado, y teniendo en marcha una crisis que también es (como todas) generadora de cambios.

Recordemos que, como otras pandemias, Covid 19 ha sacado a relucir lo peor y lo mejor de la humanidad. También vale recordar que esta pandemia, en general, nos ha maltratado económicamente; pero también ha abierto oportunidad para que a algunos les vaya muy bien, principalmente a sectores vinculados al comercio electrónico y a la tecnología.

Recordemos también que la tecnología tiene sus particularidades. De un lado, para muchos, más que medio para lograr propósitos, es un fin en sí misma. Y eso le abre un amplísimo campo al mercado. Pero de otro lado, la denominada “obsolescencia programa” ayuda a que “hagan su agosto” en cualquier tiempo quienes se dedican a negocios relacionados con la tecnología.

Como ya es sabido, recursos tecnológicos que antes de la pandemia eran apenas conocidos, hoy cuentan con notabilísimo auge. Zoom, por ejemplo, que había iniciado operaciones desde 2011, en Silicon Valley, comenzó triplicando su valor en bolsa desde la misma declaratoria de pandemia por la OMS. Antes de la pandemia, solo 10 millones de personas utilizaban Zoom en todo el mundo. Y ya en abril de 2020, doscientos millones de personas usaban la famosa herramienta cada día.

Pero la tecnología implica mucho más que modernidad, oportunidad de negocios y medios para lograr propósitos. Si bien es cierto que con ella mejoramos y aumentamos de manera significativa nuestra capacidad de acción, no menos cierto es que genera un alto grado de dependencia.

Como muestra de ello sería suficiente con remitirnos a lo ocurrido hace pocos días, cuando de manera simultánea ocurrieron fallas en los servicios de Facebook, Instagram, y WhatsApp. Y todavía peor, ¿cómo solemos reaccionar cuando hay lentitud en la conexión a internet? ¡Y ni pensar en cuando “se cae” por completo! Sin darnos cuenta terminamos “descubriendo” esa alta irritabilidad en los demás. Y los demás la descubren en nosotros.

El tema fue estudiado hace mucho tiempo por investigadores conocidos como Escuela de Toronto, Escuela de Nueva York, y hasta como Escuela Norteamericana de Estudios Culturales y Mediología. Ellos lo abordaron bajo la denominación “ecología de los medios”, haciendo alusión a cómo los llamados medios de comunicación afectan la opinión humana, la comprensión, la sensación y el valor, entre otros aspectos.

Esos estudiosos admiten que Marshall McLuhan, uno de los grandes teóricos de la comunicación, de quien muy frecuentemente se cita aquello de que “el medio es el mensaje”, ya había definido el objeto de estudio de la ecología de los medios.

En efecto, para 1964 el reputado filósofo y maestro canadiense publicaba la primera edición de su cuarto libro, titulado “Understanding media: the extension of man” (Entendiendo los medios: la extensión del hombre). En esa obra, McLuhan refiere que “los efectos de la tecnología no se producen al nivel de las opiniones o de los conceptos, sino que modifican los índices sensoriales, o pautas de percepción, regularmente y sin encontrar resistencia”.

Con sobrada razón se plantea que hay cosas que llegaron para quedarse. Es evidente que a Covid19 seguirá una nueva normalidad. Ya sea por acomodamiento o por los razonamientos de McLuhan, que le dan explicación científica, esas tecnologías que nos “facilitan” la existencia pasarán a formar parte de los nuevos hábitos colectivos.

Acomodados en la denominada “inteligencia artificial”, sabiendo o sin saber que algo tan aparentemente bobo como el conjunto de los números primos es base para temas tan prominentes como la seguridad del sistema financiero mundial, nos iremos acostumbrando a la nueva normalidad.

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