¿A dónde se nos va el orgullo?
POR: REYNALDO JOSÉ ESTÉVEZ E. Msc. Educador. Reside en Santiago Rodríguez.
El orgullo es un sentimiento de satisfacción personal que surge al valorar positivamente logros, cualidades o características propias, o de algo o alguien con quien se tiene un vínculo emocional. Este sentimiento puede interpretarse en diferentes contextos:
– Orgullo positivo: Es una emoción que impulsa el respeto y la autoestima, como estar orgulloso de un logro personal, de un ser querido o de una causa noble.
– Orgullo negativo: Se relaciona con la soberbia o arrogancia, donde se sobrevaloran las propias cualidades o méritos mientras se menosprecia a los demás. Dejemos de lado este tipo de orgullo y enfoquémonos en el orgullo patrio.
En el ámbito colectivo, como el orgullo patrio, este sentimiento une a las personas en torno al reconocimiento de valores, cultura y tradiciones compartidas. Todo depende del contexto y la forma en que se exprese el orgullo.
El orgullo patrio es un sentimiento profundo de amor, respeto y admiración hacia el propio país, su historia, cultura, tradiciones y valores. Representa un fuerte vínculo emocional con la patria, reflejado en acciones que buscan honrar, preservar y proteger todo lo que identifica y define a una nación.
Características que debe mostrar un ciudadano si realmente siente ese orgullo patrio:
– Conexión con la historia: Implica un reconocimiento y valoración de los eventos históricos que forjaron la identidad del país.
– Respeto por los símbolos nacionales: La bandera, el himno y el escudo se convierten en representaciones tangibles del amor a la patria.
– Celebración de las tradiciones: Fiestas nacionales, costumbres y expresiones culturales son motivo de orgullo y preservación.
– Solidaridad y sentido de pertenencia: Refuerza la unión entre ciudadanos y motiva a trabajar por el bienestar colectivo de la nación.
Este sentimiento suele manifestarse con mayor intensidad en fechas patrias, eventos deportivos como el béisbol invernal, certámenes como Miss Universo cuando hay una representación dominicana, grandes premiaciones del espectáculo con dominicanos nominados, o momentos históricos de gran trascendencia.
Sabiendo esto, cabe preguntarnos:
– ¿De verdad nos sentimos orgullosos de ser dominicanos?
– ¿Nuestro accionar demuestra ese orgullo?
– ¿Estamos dando el mejor ejemplo a las presentes y futuras generaciones?
Tradicionalmente, en nuestro municipio, las fechas patrias se perciben como un compromiso exclusivo de las escuelas y las autoridades de turno, cuando en realidad la patria somos todos. No debemos ser patriotas selectivos, participando solo en los actos que de alguna manera nos convengan. ¿Acaso el sacrificio de Duarte, Sánchez, Mella y todos los hombres y mujeres que dieron sus vidas y bienes por la patria que hoy disfrutamos no merece un pequeño sacrificio de nuestra parte?
¿Nuestro himno no merece que nos detengamos cinco minutos si está sonando?
¿Qué si estamos sentados nos pongamos de pie?
¿Qué si llevamos gorra o sombrero nos lo quitemos?
¿Será mucho pedir?
En las actividades patrias, ¿Dónde están los clubes deportivos, las organizaciones sociales, las juntas de vecinos, las APMAES, las diversas asociaciones y la sociedad civil en general?
¿Acaso no son dominicanos o no sienten ese orgullo?
Cuando vemos casos comunes en nuestra región, como el motoconcho y el transportista que trafican indocumentados, o el militar que por unos pesos los deja cruzar, ¿sienten ese orgullo patrio?
Como plantea el viejo dicho: «A Dios rogando y con el mazo dando». Si de verdad amamos nuestra tierra y queremos un país mejor para las generaciones por venir, definitivamente debemos hacer nuestra aquella frase que dice:
«No hay mejor forma de predicar que con el ejemplo».
¡Aún estamos a tiempo!
«Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos.»
—Juan Pablo Duarte.