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Pedro Messón Mena en Ecos de Personajes Poéticos

POR: SANDRA FERNÁNDEZ MARTÍNEZ – Escritora. Reside en Santiago Rodríguez.

Hola, amigos míos, Ecos de Personajes Poéticos, su segmento quincenal, les saluda a todos, agradecemos el apoyo de ustedes, igual al periódico digital SabanetaSR., por abrirnos sus puertas. La poesía es parte de nuestro diario vivir y es un reto que tiene Ecos de Personajes poéticos de mantener el interés en este género literario, y en la literatura de manera general, hoy tenemos a un poeta invitado, un compatriota, Omar Messón nació en Sosúa, Puerto Plata, estudió en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) donde se graduó de Doctor en Derecho en el año 1990 y en donde fue miembro del taller literario César Vallejo. Es miembro fundador del grupo “Jueves Literarios de Sosúa”.

Su primer poemario “Obsesión de la Luz” fue publicado en marzo de 2008. Ha participado de manera activa en la prensa escrita, radial y televisiva, teniendo en su aval la formación de dos periódicos regionales: La Flecha (periódico de humor político) y Sosúa News, medios en los cuales ha fungido como director-editorialista, jefe de redacción, corrector de estilos y columnista principal. Se mantiene activo como comentarista de programas de televisión. Ha publicado un centenar de artículos en revistas y periódicos nacionales y, además, ha publicado artículos para publicaciones internacionales. Ha sido premiado en trece ocasiones en los concursos de La Sociedad Cultural Renovación, Inc. de Puerto Plata, y en el 2008 en el Concurso de Cuentos de Radio Santa María por “El cuarto de los recordatorios”. En el 2010, fue ganador de la primera y la séptima mención del Concurso Internacional de Cuentos de Casa de Teatro por los cuentos “El Otro” y “Tercera Edad”.

En 2011, fue Premio Nacional de Poesía de la Sociedad Cultural Renovación, Inc. en el concurso anual “Por Nuestro País Primero” con el libro “Albedrío” y en 2012 fue Premio Nacional de Literatura Infantil de la Sociedad Cultural Renovación, Inc. en el concurso anual “Por Nuestro País Primero” por su libro “Animalarium”, en el 2014 fue ganador del primer lugar en el concurso de cuentos de Radio Santa María y en ese mismo concurso gana la primera mención de honor en el año 2016, y en ese mismo año obtiene el premio único de poesía de la Sociedad Cultural Alianza Cibaeña, Inc. con su libro Con-Verso, y el año 2018 vuelve a ganar el premio único en ese mismo concurso y en ese mismo renglón con su libro Alfabeto del silencio. En el 2022 gana la primera versión del premio José Mármol de poesía, premio provincial con su libro Pasadizos secretos.

En el año 2013 publicó su libro Diccionario para Consumo Interno. Sus textos han sido publicados en prestigiosos medios nacionales y extranjeros como la revista Afro-Hispanic Rewiew de la universidad de Vanderbilt, Estados Unidos; además, algunos de sus poemas han sido analizados en la prestigiosa Universidad Popular de Navarra, España, y ha sido reconocido por varias universidades dominicanas. Además, trabajos suyos han aparecido en numerosas antologías. Ha prologado más de una decena de libros tanto en el país como en el extranjero.

Este invitado mis amigos lectores, por lo que leemos en su biografía, y por lo que sabemos de él, podemos decir que las letras para el es una enfermedad, tal como dice Heine “Quizás la poesía sea una enfermedad del hombre, lo mismo que la perla no es otra cosa que la sustancia por la enfermedad que sufre la ostra.” Conozcamos sus respuestas:

EPP: ¿Cuál es tu nombre y dónde naciste?
PMM: Mi nombre real es Pedro Messón Mena. Omar era mi nombre original, el que me pusieron antes de nacer, pero el Oficial del Estado Civil, primo hermano de mi madre, no quiso que me pusieran ese nombre y buscó en el nefasto almanaque y me tocó Pedro. Nací en Los Charamicos de Sosúa, Puerto Plata. Los Charamicos es una pequeña franja de terreno que está limitada al Norte por un esplendoroso océano Atlántico, al Sur por el rio Sosúa y la cordillera Septentrional, al Este por la playa Sosúa (considerada una de las playas más hermosas del mundo), y al Oeste por la playa La Boca en donde desemboca el rio Sosúa.

EPP: ¿Cuál es tu oficio, a qué te dedicas?
PMM: Soy abogado y Notario Público, soy maestro, y comunicador televisivo y radial.

EPP: Desde tu punto de vista ¿qué es el surrealismo en la literatura y quienes lo componen en el parnaso de tu país?
PMM: El surrealismo es una de las vanguardias, la más importante, según entiendo, que tuvo en la poesía a sus mejores representantes en André Bretón y Paul Eluard. Estoy convencido que a pesar de que las vanguardias tuvieron su tiempo de vigencia en el siglo XX, el surrealismo sigue influyendo en la poesía latinoamericana de manera determinante. Los elementos oníricos que caracterizan a ese movimiento siguen presentes en la poesía de los jóvenes y los no tan jóvenes. En nuestro país podemos ver elementos surrealistas en todos los movimientos y tendencias literarias desde los Independientes del 40, la Generación del 48, la Poesía Sorprendida, el Postumismo, los Independientes del 60, los poetas de la post-guerra, la Generación de los 80, hasta la poesía posterior. Lógicamente, la tendencia se marca más notablemente en poetas como Franklin Mieses Burgos, Manuel del Cabral, Antonio Fernández Spencer, Mariano Lebrón Saviñón, Freddy Gatón Arce, entre otros.

EPP: ¿Cuál es la esencia del trabajo de un artista o literato?
PMM: La esencia es revertir el lenguaje ordinario, buscar esa manera inusual de decir lo que se piensa que es parte de lo que se siente. Tal y como dijo Spinoza “La palabra es la habitación del ser”, entonces, la esencia del artista es la palabra y su trabajo debe extenderse hasta conseguir esa subversión de lo literal, de lo convencional. Los filólogos no hacen otra cosa que estudiar esa verdad que parece insondable, pero que es una expresa manifestación del espíritu. El artista es la más completa manifestación del ser.

EPP: ¿Cuál de tus trabajos poéticos consideras el mejor y por qué?
PMM: Siempre es una aventura hablar de cuál de los hijos es mejor. A veces uno se deja influenciar injustamente por las circunstancias en que se creó la obra bien valorada. Sin embargo, fuera de estas apreciaciones circunstanciales -subjetivas tienen que ser- creo que mi mejor libro, de los publicados hasta la hora de esta entrevista, es Albedrío porque en ese libro es donde realmente encuentro el ritmo de mi poesía, mi definición poética. Releo algunos poemas de ese libro y me parece mentira que esos poemas fueron escritos en lugares poco adecuados para escribir. Ese libro lo escribí enteramente en mi teléfono celular y los poemas iban saliendo en el momento preciso en que demandaban su exorcización; esto es, en medio de un karaoke, en el sonido estridente de la música de un lavadero de carros, en medio de una juerga con los amigos, en un cementerio, en fin, en sitios poco adecuados para desempolvar los efluvios del alma. Este libro me enseñó la forma de buscar esa música imprescindible para la poesía que nos enseñó Paul Verlaine, y con él Julián del Casals, José Martí, Amado Nervo, José Asunción Silva, y, lógicamente, Rubén Darío; o sea, los maestros del Modernismo.

EPP: ¿Consideras que el erotismo es un arte?
PMM: En mi libro Albedrío hay un poema erótico que ha sido muy celebrado porque plantea la relación sexual desde un punto de vista fisiológico y también artístico. He tenido otras experiencias con la poesía erótica y no creo que haya sido vulgar. Si examinamos las novelas eróticas de Apollinaire, las de Alfredo de Musset, las del Marqués de Sade, la novela erótica de Robert Louis Stevenson, de Almudena Grandes, entre otros meritorios ejemplos, nos damos cuenta que estas piezas narrativas son una muestra determinante para entender que el erotismo bien tratado es un recurso válidamente refrendado por el arte.

EPP: ¿De dónde surgió tu vocación para escribir?
PMM: Tengo el criterio clásico de que con la vena de escritor se nace. Esa sensibilidad no puede ser adquirida ni con diplomados ni con maestrías ni con exceso de lectura. Comencé a escribir para dejar plasmado en el papel lo que improvisaba en las reuniones familiares cuando era apenas un niño que no llegaba a los seis años. Antes de saber leer y escribir, ya yo improvisaba versos rimados, esto es, en la prehistoria de mi vida. Lógicamente, debo agradecer a mi madre que nos declamaba, sobre todo en horas de la cena, algunos versos que todavía recuerdo. Eso me ayudó a despertar, a identificarme con esta forma inusual de hablar y con esta forma de musicalizar lo que se dice.

EPP: ¿Puedes decirnos para ti, qué es lo más difícil de ser escritor?
PMM: Creo que lo más difícil de ser escritor es contar con un público que lo adversa. La lectura es un acto elitista en países como los nuestros. Nos leen los mismos escritores que pretenden realizar una obra con mayor altura que uno y por esto actúan con cierto o con un gran desdén frente a alguien que piensan que en cierto modo lo frena en sus aspiraciones de gloria.

EPP: ¿A cuál escritor famoso admiras?
PMM: A cuáles. Admiro a tantos escritores que si menciono algunos sé que estaría cometiendo un acto injusto. Sin embargo, para no evadir la pregunta, admiro mucho a Franklin Mieses Burgos y a Manuel del Cabral, a Machado y a Miguel Hernández, a Lorca y a Alberti, a Whitman y a Sylvia Plath, a Pizarnik y a Dulce María Loinaz, y no sigo porque no acabaría nunca. En narrativa, lógicamente a García Márquez, a Delibes, a Chejov, a Kafka, lógicamente, a Camus, a Sartre, a Tolstoi, Dostoievski, a muchos.

EPP: ¿Cuál es la temática que más utilizas en tus poemas?
PMM: El pesimismo frente a un mundo que pretende inhabilitar el pensamiento. Me siento extraño en esta dimensión en la cual soy un extraño. Protesto contra la insulsez y contra la anosmia de una juventud que huele muchas cosas y que no huele a nada. Soy vertical en contra de la dejadez, de la indiferencia frente al dolor, de la incesante manera de articular un mundo que va perdiendo sus articulaciones, que no se mueve, que involuciona. No puedo soslayar la influencia que las novelas existencialistas ejercieron en mí. Escribo poesía y quiero escribir como Moravia, como Sartre, como Hesse, como Camus, voy, sin querer, o queriendo a Schopenhauer y a Nietzche, a Lagervist y a Sábato, a Elfriede Jelinek, a todos los que cuestionan el mundo y sus superficialidades.

EPP: ¿Cómo influye el arte en tu vida?
PMM: Para mí es mucho más fácil contestar cómo influye mi vida en el arte. Mi vida es casi de un asceta. Me distraigo, por decirlo de alguna forma, viendo la lluvia (como todo el mundo), me distraigo también viendo las avecillas entrelazarse, viendo los montes, el mar, me conmueve el dolor del otro, el hambre, la desolación, el llanto de un niño. A esto, la modernidad le llama sensiblería, yo le llamo sensibilidad. Entonces, esta sensibilidad ha hecho que mi arte se enriquezca con la experiencia personal. Y para no hacerle un desaire a tu pregunta, te diré que el arte ha influido tanto en mi vida que he dejado los litigios en los tribunales para dedicarme a la literatura y de esa forma no tener mi espíritu ocupado en folios que nada tienen que ver con el arte. El arte me ha hecho valorar la soledad, el silencio, la nostalgia, la tristeza y, como no, la alegría.

EPP: ¿Cómo se puede saber si un poema es malo o es bueno, desde tu punto de vista?
PMM: Un poema es malo cuando no se tiene control del verso, cuando nos dejamos llevar de las palabras y no de la imaginación y del sentimiento, cuando falta la musicalidad que certifica toda poesía, cuando escribimos con un lenguaje de etiqueta, cuando llenamos el poema de lenguajes convencionales, cuando no tenemos la capacidad de hurgar profundamente en nuestros sentimientos y evacuamos un verso que flota en la superficialidad.

EPP: ¿Qué puedes decirnos de ti, de tus obras, has publicado algún libro?
PMM: Lo que pueda decir de mí prefiero que lo digan mis obras. Pero puedo decir que amo el arte en todas sus manifestaciones y que mi gran pasión es la literatura. Tengo siete libros publicados: Obsesión de la luz (poemario), Diccionario para consumo interno (un libro de semblanzas de personalidades de mi pueblo), Albedrío (poemario), Animalarium (Poesía infantil y juvenil), Pasadizos secretos (poemario), Con-Verso (poemario), Alfabeto del silencio (poemario). Los cinco últimos libros han ganado premios únicos.

EPP: ¿Cuál es tu mayor deseo en la vida?
PMM: No, no es ganar el Nobel, pero es estar cerca. Que mi poesía sea valorada en el mundo entero y que ese mundo entienda que lo que he escrito es fruto del sentimiento y de la reflexión y, por qué no, de la incesante lectura.

EPP: ¿Para qué crees que sirve la literatura?
PMM: Cuando era muy joven y era miembro del Taller Literario César Vallejo de la UASD, universidad donde estudié mi doctorado en Derecho, alguien en una de esas inolvidables sesiones de los sábados en la tarde, dijo que la literatura no servía para nada. Yo me sorprendí, pero mi sorpresa no duró mucho porque esa persona pasó a explicar lo que ahora explico. Si tomamos en cuenta que el utilitarismo ha copado las apetencias humanas, debemos aceptar que, vista desde el punto de los beneficios tangibles, la literatura no sirve para nada. El positivismo nos obligó a aceptar que nada que no tuviese cuerpo comprobable podía servir para el desarrollo del ser humano. Sin embargo, si tomamos en cuenta que la literatura no se corresponde con la dimensión en que están las cosas tangibles, debemos colegir que la literatura como elemento espiritual no tiene ni valor de cambio ni valor de uso (No el producto físico como el libro, por supuesto), entonces, vista desde esa forma, la literatura no sirve para nada.

Selección de poemas

SE VENDE

Se vende un pijama carcomido de sueños, una rasuradora para rostros seniles, unos bañadores con veranos ausentes, unas gafas oscuras con licencias de vuelo, un control remoto con números yertos, un esmalte de uñas para lo que el tedio entienda, unas barbas en remojo, unas alpargatas sin desiertos, un poco de luna con su grandioso invierno; se vende un brillo de labios cansado de besos, un campamento en su bolsa pendiente de miedo, se vende un cojín gastado, unas medias enteras, una corbata que cuelga del cuello del rito, un peine sin huellas, una lápida mortuoria, un anuncio eficaz en duermevela. Se vende un candil tumefacto, un listado obsoleto, una ventana lúgubre por donde penetró el silencio. Se vende un carbón apagado, un odio rapaz con todo y sonrisa, y algún recipiente con su pasado entero. Se vende una llegada a las seis y un infierno, una columna de sal, un fruncido entrecejo. Se vende un ¿A qué hora llegas? Te espero.

SOLO LA MUERTE

¿Quién se atreve a desafiar la muerte, a desesperarla en su escondite, a exorcizarla, a retar su escuadrón de famélicos buitres en acecho? ¿Quién?
Ni la sombra rapaz del rezo que vuela sobre los cementerios olvidados,
Sobre tumbas excitadas en el plan de la memoria, sobre las piernas yertas de sus rostros sin camino, sobre sus pies sin huellas, sin la parca soledad de su regreso. Ni la horda de cuervos insurrectos con las fauces satisfechas de miradas.
¿Quién se atreve?
Ni el llanto sublime de los que ríen con los días, a sabiendas de su injuria, de su tétrica blasfemia y de su plan de futuras macabras ausencias, no se atreve nadie.
No se atreve el búho con sus ojos de tragedia,
Ni la luciérnaga intemperante que compite con los soles.
Nadie, como diría mi madre, «siño nadie» puede desconocer la siniestra hospitalidad de toda muerte, porque estamos irremediablemente detenidos, esperando ese inexorable ticket del regreso.

VIAJE

Salvo el justo apocalipsis, todo es viaje, partimos sin entusiasmo de los puertos que nos cuidan, que nos cubren, y vamos soñando esos senderos, reconociéndolos como luto endurecido, como una lágrima por la sal amortizada. Vamos prestos a descubrir los rumbos donde siempre estamos tan lejanos, tan a merced del desencuentro, de lo anulado; en cualquier ángulo del cuerpo está la huida, la mórbida forma de multiplicar las ausencias, porque el último viaje está pautado para cuando se esparza nuestro polvo en el silencio.

-CANTO I

En mi viaje a Itaca,
Alguna vez deseé suspender esos bemoles,
Derogar esas notas de tibias melodías,
Quedarme quieto frente al flujo insoportable de la espina,
Pero llegaron entonces en tropel esas sirenas
Y no pude deshacer mi mala estrella.
Llegaron esas notas que me hirieron
En el centro de este corazón acuartelado
Y hube de volver a estas canciones,
A esos encuentros de lúdica impaciencia,
A pesar de la mutable decisión de la cera
Que huyó despavorida frente al canto.

CANTO II

A Gioconda Belli y Sergio Ramírez, en solidaridad.

¿Qué no lo sabes, Rubén?
¿No sabes que en tu patria de guadabarrancos
Y sacuanjoches
¿Ha sido proscripto el poema?
¿Cómo no te lo han dicho,
Elegante cisne, púlpito de la poesía,
¿Ilustre vagabundo de ubérrimas mieses?
Sí, Rubén, han echado fuera de tus volcanes,
De tus olorosos volcanes,
La sucinta eternidad de la palabra, de la vida.
Lo han hecho a tus espaldas, Rubén,
A tus espaldas han callado el ruiseñor sonoro,
La flauta de tu voz engominada,
Tu rítmica latencia, tu contagioso acento.
Reclámale a los buitres de sensuales cortapisas, de olvidos y de sombras. ¡Ve tú!
A reclamar por tu poesía.

Como han podido leer mis amigos, estos poemas muestran claramente el lenguaje poético usado por nuestro invitado, lejos de lo común y lo cotidiano, así como la sensibilidad a la que se ha referido aflora en cada uno de sus versos, con razón ha sido un poeta tan laureado en sus letras. Realmente nos hemos sentido muy identificada con sus respuestas, tan atinadas, también debo decir que somos colegas de la profesión del derecho, quizás eso haya influido para que me haya sentido tan identificada con muchas de sus respuestas. agradecemos infinitamente que hayas aceptado dejar tus ecos en nuestro espacio, para nosotros es un honor tenerte en este segmento, ya que eres un gran escritor y mejor ser humano. Por último, les dejo la siguiente frase de Quevedo “Teniendo a Dios no se temen las penas, porque Dios y trabajos es suma dicha; pero grande dicha sin Dios, es suma miseria.”

Hasta el próximo sábado mis queridos lectores, en un segmento similar.

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