Descubre la influencia y trayectoria de Fefita La Grande, un emblema de la cultura dominicana y la música popular. Esta artista del acordeón ha conquistado los corazones de multitudes y ha sido reconocida por las figuras más prominentes del ámbito musical dominicano.
POR: GERARDO CASTILLO – Catedrático. Reside en Santo Domingo.
Sabaneta, Santiago Rodríguez, RD. La trayectoria de un artista que ha logrado ganarse el corazón de las grandes multitudes es algo que admiramos con profundo y reverente respeto. Y si ese artista también se hace merecedor o merecedora del amor entrañable de su gente, del pueblo que le vio nacer y alcanzar las altas cumbres del éxito, entonces estamos ante una persona singular, extraordinaria. Ese es el caso de la artista sabanetera, Manuela Josefa Cabrera Taveras o Fefita La Grande, como le llamó Bartolo Álvaro, El Ciego de Nagua.
También te puede gustar: Inauguran Murales: Fefita La Grande y Josian Espinal
La extraordinaria artista del acordeón está a la altura de los más grandes exponentes de nuestra música. Y, por cierto, todos reconocieron en vida el talento y el don de gente de Fefita La Grande. Don Táctico Henríquez, don Bartolo Alvarado, don Pedro Reynoso, don Francisco Peralta, don Rafelito Román, don Francisco Ulloa, don Rafael Solano y todos los grandes músicos de nuestro país han reconocido el encanto mágico de la música de Fefita La Grande: La Mayimba.
Te puede interesar: Presidente Luis Abinader pensiona con 70 mil mensuales a “Fefita la Grande”
La carrera artística de Manuela Josefa, doña Fefita, le ha convertido en un signo de la dominicanidad, en una bandera viva de lo que, en esencia, somos: fiesta y alegría, más allá del dolor y la razón. Su dinamismo, creatividad, alegría y franqueza son cualidades que por ella se nos atribuyen a todos los dominicanos.
Y, en el marco del reconcomiendo más que merecido que le ha preparado el Ministerio de Cultura, a través del director provincial, Álvaro Caamaño, escribo estas breves palabras como una primavera para Fefita, como un río cristalino para sus pies descalzos y danzantes; escribo estas breves palabras, como si rezongara el acordeón sus notas más alegres y fueran éstas, mis palabras, una canción para su nombre.
