Por: Arq. Ricardo González Quiñones
Lo conocí siendo yo apenas un niño, eran los albores de los años setentas, nos reñía con mucho ahínco, no quería que entráramos a su patio enverjado con alambres de púas, cuando se nos entraba la pelota maciza que se nos escapaba cuando jugábamos “dándole a la pared” en
Era un hombre solitario, no era de Sabaneta, era capitaleño, específicamente de Ciudad Nueva, sindicalista y defensor de los derechos de los trabajadores, pero un día llegó a nuestro terruño para quedarse para siempre.
Nos leía unos libritos sobre
Nos hablaba sobre el arrojo, la heroicidad y el coraje de Caamaño y de cómo lo atraparon vivo y que luego como a cientos y cientos, Balaguer lo mandó matar.
Se sentaba todas las noches en la galería de la casa de Papa Durán y hablaban de la vida, de los pobres, de los campesinos y de los tiempos que Don Juan venía a Sabaneta, que por cierto, venía donde Papa, donde José Blas y donde Don Manuel González, tengo en mi memoria el Profesor Juan Bosch cargándome en sus piernas donde mi abuelo Don Manuel.
Quizás algunos piensan que pasó sin penas ni glorias por Sabaneta, pero en mis cuadernos de investigación tengo datos fidedignos de que fue un ferviente luchador para que se construyera el Liceo Secundario Librado Eugenio Belliard en los inicios de los sesentas. Sin tener hijos que fueran a estudiar en el liceo, este humilde ebanista estuvo preso varias veces por defender esta causa.
Al sentirme orgulloso de haber estudiado en el Librado Eugenio Belliard, hoy sé que este recinto se lo debemos en gran parte a estos luchadores, que arriesgaron todo por la educación de Sabaneta y este señor, fue uno de ellos.
Que descanse en paz este amigo, vecino y solidario ebanista, Rafael Cocombra, eso si, fue un Boschista a carta cabal hasta el día en que se lo llevó la parca.
Hasta pronto, Dios querrá
Ricardo González Quiñones
Sabanetero