Por Robert Núñez Cabrera
¿Tiene un ser humano la potestad de disponer de su vida cuando lo decida? ¿Podemos juzgar imparcialmente una decisión de alguien sin conocer las razones que pudieron llevarlo a esa determinación sin pecar de egoístas? Son dos de las preguntas que debemos hacernos cuando alguien cercano decide terminar su estadía en ésta tierra.
La perplejidad que nos arropa cuando recibimos la noticia de que alguien amado y admirado, ejemplo y orgullo, padre y hermano, consejero y guía decide abandonarnos, no nos permite, aunque lo pretendamos, entender las razones que pudieron llevarlo a una decisión tan drástica.
Porque no estamos preparados para algo de esa magnitud, porque deja un vacío que no será llenado jamás, porque dudamos si fuimos o no culpables, porque no pudimos evitarlo, en fin, porque no podemos comprender que aquel que con tanto tino nos aconsejaba no pudiese, en un momento quizás difícil, reponerse y enfrentarlo. ¿O a lo mejor, esos mismos principios que con tanto énfasis nos inculcaba fueron cumplidos con esa acción?.
De lo que si estamos seguros es de que fue un ser ejemplar, que su paso por la vida fue altamente positivo, de la certeza de sus consejo y los piques que nos hizo pasar cuando no lo comprendíamos, de su sencillez, humildad y hasta ternura, de su responsabilidad como hermano mayor de dos familias, caso que se da pocas veces, que hizo hermanos a muchos primos que hoy podemos alardear entre lágrimas, penas y orgullo, que tuvimos un gran pilar llamado Rubén Cabrera Mena, ido a su tiempo. ¡Buen viaje, mi hermano!.
Robert entiendo como te sientes con tan irreparable pérdida, tus preguntas sin respuestas, en fin el dolor que los embarga a todos ustedes los familiares de Rubén.
Los que les conocimos, los que fuimos sus amigos también sentimos gran pesar y esas p