Jose Torres La Palapa

“Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar, la llegada de otro amigo”

POR: VÍCTOR M. PERALTA – Escritor. Reside en Santiago Rodríguez.

Permítanme expresar algunas consideraciones salidas de lo más hondo de mi ser, de mis sentimientos, de mi alma dolida por el fallecimiento inesperado del que fuera mi entrañable amigo, José Torres. No es un panegírico, ni nada parecido, más bien es algo así como el desahogo de un corazón constreñido por la tristeza y el dolor.

 Cuando a Tales de Mileto, le preguntaron qué era la muerte, el ilustre y venerado filósofo griego respondió:

–No hay diferencia entre la vida y la muerte.

‘¿Entonces por qué no te mueres? ‘, le preguntó uno.

‘Porque no hay diferencia’, respondió,”

Y Platón consideraba que nacer y morir son procesos que experimenta el cuerpo, no el alma, pues esta es inmortal. Por igual Aristóteles decía que el alma es inmortal: porque después de la muerte, el alma no necesita más del cuerpo porque ha adquirido una perfección, por lo que no le es necesario.

Entonces, a decir de estos iluminados filósofos, nuestro inolvidable José Torres a muerto físicamente. Pero su alma no. Porque es inmortal.

José Torres, mi amigo, conocido por mucho como José La Palapa, se nos ha ido, así tan de repente. Se nos ha ido físicamente en un viaje sin retorno. Y es lo que más duele. Cuando una persona…un familiar cercano, una amistad, se nos va, a sabiendas de que no lo volveremos a ver, por lo menos en este mundo terrenal, es lo que más constriñe, lo que más bloquea la sensación de tener que aceptar la terrible realidad de lo inevitable.

José Torres se nos ha ido físicamente, reitero, llevándose consigo, para siempre, sus sueños, su fe, su esperanza, su armonía y su amor hacia los suyos y los demás.

También se lleva consigo sus deseos multiplicados del esfuerzo y la dedicación a su afán del día a día. Al trabajo digno y tesorero, en buena lid.

Y, sobre todo, llevándose para siempre sus ansias de vivir. De compartir con su familia, con Katerine, Raquel, y sus otros hijos e hijas, con Yasmín, su compañera de vida. Y también con sus amistades desparramadas por el mundo… Con la muerte de su cuerpo físico, se ha llevado para siempre sus deseos inquebrantables de ser feliz.

José Torres estaba hecho de una coraza indestructible, que no doblaba por fuerte que fueran los vientos y las vicisitudes del discurrir del tiempo.

Jamás se doblegó a lo imposible. Fue esa su razón de ser, batallar y batallar. Y fue tan grande y larga la batalla para salir hacia adelante, para ir tras un ideal, que no se doblegó incluso a pasajeros quebrantos de salud.

Tanto así, que, en este último tramo de su vida, peleó, batalló, luchó hasta lo indecible tratando de recuperar su resentida salud. Hasta que no pudo más y su cuerpo se vio obligado a sucumbir al llamado de la muerte, que sin ningún rubor se lo llevo para siempre.

Las veces que llegué a ir a La Palapa, José iba dos y tres veces a mi mesa y se sentaba a mi lado. Y con su manera divertida y jocosa de comunicar, en tono sonriente me hablaba de todo un poco. Del presente y del futuro; sus planes y proyectos.

José y yo duramos casi un año en la emisora Jumbo haciendo un programa que se llamaba Tras la verdad. Su intervención giraba casi siempre en tema relacionado con política. Hablaba de las cosas malas de los gobiernos. De la corrupción. De los gatos desparramados en la administración pública. De este y cualquier otro gobierno. Desnudaba su inconformidad de una manera cruda y valiente. Yo trataba de atajarlo con señas, con muecas. Pero era imposible. Explotaba como un relámpago en tiempo de tormenta. Ese era José Torres…un rebelde con causa.

José llegó incluso a ser aspirante a la alcaldía de nuestro municipio de Sabaneta.

La verdad es que, entre José y quien les habla hubo siempre una relación de mutuo respeto, cariño y lealtad. Siempre sintonizaba mi programa Las Favoritas por Jumbo, y me pedía que le complaciera con un tema de Joaquín Sabina, su artista favorito. Le gustaban las canciones Y nos dieron las diez, también 19 días y 500 noches. Incluso, en Karaokes lo vi cantar a Sabina. Lo imitaba de manera espectacular.

Por éstos y otros motivos… la muerte de José me ha dolido mucho, en el alma. Me ha llenado de pesar.

Apenas me queda el deseo de rogarle a Dios, mi Señor, que le haya acogido en su Santo Seno. Que perdone sus pecados, pecados de humanos, Y lo lleve a descansar en un lugar muy especial.  Dónde descansan los hombres buenos, decentes, honorables, cariñosos, sensibles al dolor ajeno. Por los siglos de los siglos…

Te recordaremos siempre, dilecto amigo….

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