Por: Eugenio Taveras
La Organización Mundial de la Salud (OMS) para el año 1957 señaló el alcoholismo como la tercera causa de muerte en el mundo después del cáncer y las afecciones cardiovasculares, señalándola como una enfermedad producida por el uso abusivo de bebidas enervantes, donde el individuo al entrar en contacto con el alcohol le entra una compulsión a seguir ingiriéndolo y que provoca una obsesión mental tan destructiva que lo lleva hasta la inconsciencia, debido a que ha perdido la facultad de control sobre cualquier producto donde esté presente la señalada materia prima.
Las investigaciones realizadas indican que es alcohólico todo aquél que al tomarse la primera copa pierde la capacidad de decir ya está bueno y, por el contrario, continúa bebiendo hasta emborracharse, a la vez de provocar y provocarse problemas que muchas veces incluyen la muerte del protagonista y de los que le rodean: amigo, hermano, vecino, padre, medre, esposa, hijos, pues el alcoholismo se define como una enfermedad insidiosa, progresiva, poderosa y fatal que se manifiesta en todos los usuarios sin importar edad, estatus social, raza, color, posición económica; no respeta inteligencia, riqueza, nada, ataca a todos por igual, es hereditaria, por un lado, e inducida por los medios y las circunstancias donde le ha tocado desarrollarse al infortunado.
Las bebidas alcohólicas son un disfrute que hasta vale la pena experimentar y que pueden hacerlo aquellas personas que, repito, tienen la capacidad de decidir cuándo deben parar y lo hacen con un mínimo de esfuerzo, pero está vedado para los hombres y mujeres que, una vez torcido el codo por primera vez, no pueden detenerse hasta perder el conocimiento, los cuales terminan siendo rechazados por toda la sociedad, incluyendo aquél segmento que debe sufrir los embates que provocan sus borracheras: la familia, principal víctima de un enfermo sin remedio, ya que la ciencia no ha podido encontrarle la cura a una enfermedad que su única solución es no darse el primer trago.
Estamos de acuerdo con las consecuencias que produce el excesivo consumo de alcohol, pero es como todo en la vida cuando abusamos de la comida, el cigarrillo y otras cosas. Solo que este daño nos lo causamos nosotros mismos no a terceros. Si fuera