Homenaje a Darío Antonio Gómez Martínez.
Por: Dr. Milton Jiménez.
Quien no te lloró no vivió la pena de los que te añoramos. Estaban tan lejos de imaginar que para estos tiempos nos haría tanta falta contar con tu presencia. No me arrepiento de derramar las lágrimas, porque aunque quizás con cierta inmadurez y dolor, lloré sintiendo rencor por la sociedad que derrumbó tu vida.
Darío caramba, de que vale hacer tanto bien, dormir poco, estudiar tanto, ser ejemplo de los que menos pueden y entregar la vida por defender a un pueblo. Traspasaste las barreras de la pobreza y te encumbraste con tu sapiencia, para brillar con luz propia. Tú hiciste una obra que nadie te quitará, aun los cobardes cuestionen después de muerto tu majestuosa obra. Te han echado en el olvido, pero se que tu memoria vive en hombres y mujeres con visión de cambio.
Darío, parece que no ha importado que de manera cobarde te quitaran la vida y que con ella se marchara la esperanza de un pueblo. Total tu pueblo no ha defendido que se aclare tu muerte. Pero quiero decirte Darío que aunque los pueblos olviden, tus luces fueron más grandes que tus sombras y eso te servirá para ganarte la gloria de Dios y jamás el olvido de quienes te recordamos.
Recordarte y defender tu benevolente obra es lo único que se puede hacer por el momento, pero ha de llegar el día que podamos aclarar tu crimen, porque no es justo que la esperanza de un pueblo cifrada en tu talento, nos las hayan quitado como que nada, y nadie pide justicia o transparencia por el bien de todo.
Maldito sea el hombre que aun en las peores circunstancias, tome las armas para asesinar a su patria o planifique desaparecer la esperanza de los pobres, y desgraciados son los hombres que sabiendo de las injusticias, aniquilamos la libertad con el silencio.
Darío, te recuerdo porque enfrentaste los intereses particulares del país en defensa de la generalidad e hiciste lo que realmente debe hacer un legislador con verdadera visión de desarrollo; crear las normas para sancionar los que tratan de infringir las buenas costumbres y llenan de llanto los suelos patrios.
Te recuerdo porque defendiste tus ideas de frente, sin temor ni cobardía, sin olvidarte como un hombre justo, de las necesidades de la gente humilde del país.
Darío, te recuerdo porque aunque todos olviden y algunos se vanaglorien de ser los precursores de tus obras, fuiste tú quien inicio los programas sociales más importantes de mi provincia: el transporte escolar, el apoyo desmedido al deporte, el apoyo de manera significativo a los centros de madres, las iglesias, los clubes sociales, los estudiantes universitarios.
A cuantos cobardes desafiaste al debate con altura, con tu liderazgo innato, con las expresiones más sinceras que jamás un político me ha exhibido. La diferencia está en que no disimulaste tu personalidad y fuiste transparente ante todos, pero siempre sin el temor de que conocieran tus defectos y fuera cuestionado. Con tus virtudes te ganaste dignamente el respeto, el cariño y la admiración de tanta gente que ha sufrido tu partida a destiempo.
Darío; soy aquel joven que teniendo 17 años y graduándose de bachiller, escuchando mí discurso, accediendo a una petición de Sor Silvia y mis queridos profesores: Clara Marte, Genaro Monción y Genoveva Rodríguez, me regalaste una beca de estudio para que cursara lo que quisiera, te dedico mi título, mi formación, mis humildes logros, meritos y este modesto artículo en sabanetasr.com, como homenaje y muestra sincera de mí agradecimiento.
Aun te recuerdo Darío y espero olvidarte jamás.