Por: Víctor M. Peralta.
Casos y cosas del mundo.
En el Limón de Mata del Jobo todo el mundo conoce a Quiro y a Nene. Atrévase a leer esta historia. Si lo hace, y de su interior no brota algún atisbo de pena o tristeza, se hace necesario una retrospectiva sincera del porqué de su paso por este mundo. Por favor…
¿Es al gobierno que le toca atacar la desigualdad social? La Constitución así lo establece. Pero aquí nadie jamás ha cumplido con eso. Sobre la dignidad humana, el artículo 38 de los Derechos Fundamentales dice lo siguiente: El estado se fundamenta en el respeto a la dignidad de la persona y se organiza para la protección real y efectiva de los derechos fundamentales que le son inherentes. La dignidad del ser humano es sagrada, innata e inviolable; su respeto y protección constituyen una responsabilidad esencial de los poderes públicos.
Y sobre ese mismo principio consignado en la Ley de Leyes, el numeral uno del artículo 39, dice: La Republica condena todo privilegio y situación que tienda a quebrantar la igualdad de las dominicanas y dominicanos, entre quienes no deben existir otras diferencias que las que resulten de sus talentos o de sus virtudes.
Razón por la cual el gobierno dominicano debe implementar políticas más incluyentes, más esperanzadora. Que descobije la miseria de mucha gente. Y tiene que ser así, porque no hay nadie más que le duela la suerte de los pobres. El capitalismo, cruel y salvaje, sirva el ejemplo, no da para tanto. O mejor dicho; no está concebido para llegar tan lejos. No ha sido creado para extender la mano al que lo necesita, la mano amiga, la mano dadivosa. No le duele en absoluto que por la falta de un miserable mendrugo de pan el infeliz se muera de hambre. Que por una simple aspirina su dañada salud lo lleve directo a la tumba. Se tornan insaciables. Terriblemente insaciables. Y lo triste del caso es que las autoridades se han hecho cómplices de todas sus barbaridades. Al extremo de confabularse. Se toleran y se corresponden, unos y otros. Como la uña al dedo.
Las guerras que se han librado a lo largo de la historia del hombre han sido las consecuencias de la explotación del hombre por el hombre; de la lucha desigual que siempre ha existido del más fuerte en contra del más débil. Por ese apetito ancestral de ponerle el pie encima al más pobre, hasta asfixiarlo y volverlo un guiñapo, con el único interés de excluirlo de los beneficios que ha obtenido a partir de toda una vida trabajando en jornales eternos, de sol a sol. Sin nada a cambio. La desigualdad social es un mal endémico que cada día que pasa se ha ido acrecentando hacia estadios terriblemente inhumanos.
Las cifras atestiguan que los pobres pagan más impuestos que la clase media alta. Cierto. Y en nuestro país siempre se viven dando sumas de la supuesta bonanza que viven los ciudadanos. Que no se refleja de manera practica en la realidad de los hechos. El sonado crecimiento económico que hablan los funcionarios que tienen a cargo la medición del rumbo de nuestra economía, solo está en sus mentes y en sus bolsillos. Expresados, de manera convincente, en sus grandes fortunas: lujosas mansiones y propiedades, cuentas bancarias, ensanchadas por la plusvalía que se reproduce y se multiplica, día tras día, en millones y millones de billetes Made in USA.
Precedentemente cinco párrafos para la reflexión. Y un final para la piedad, para la conmiseración. Para restregarnos los ojos. Para respirar hondo. Para llenarnos de humanidad y decir: ¡Dios! ¡Basta ya…! Pero el espacio no da para tanto. El suficiente espacio solo da para desnudar la vida miserable de dos dominicanos, como usted y como yo, hijos de Sabaneta, como usted y como yo, tal vez, que por la decidía sistémica del gobierno, de este gobierno y cualquier otro, o de las autoridades, como quiera viene siendo lo mismo, han sido condenados a terminar sus vidas en la más desalmada y aterradora miseria que el más frívolo e indiferente de los mortales se pueda imaginar.
(A estas dos personas, digna de una mejor suerte, el Estado Dominicano les ha violentado sus derechos. Infraganti. Ojalá y alguien se constituya en parte civil y lleve a los tribunales a los que, teniendo la obligación de cumplir con un mandato de la Constitución, se hacen los chivos locos)
70 años unidos por el vínculo del matrimonio. Oriundos de la comunidad del Limón, Mata del Jobo. Dos almas inmensamente buenas. Honorables como el que más. Sin hijos ni parientes cercanos que les duela, que puedan satisfacer la más insignificante de sus necesidades. Él cumplió 100 años. Ella 90. ¿Son muchos los años vividos? No, no son muchos. Porque aun sus corazones se resisten a dejar de latir. Sus recuerdos indeterminados se retuercen entre los quebrados pasadizos de los momentos más hermosos que les tocó vivir en pareja; trastocados hoy día en delirios, lágrimas y necesidad. Fruto del dolor sin nombre que no los deja en paz. Sus miradas brumosas, pérdidas, difusas, apenas recorren el trayecto donde están sus propios miembros; terriblemente infectados, punzados, y que precariamente se sujetan a un desventurado e insignificante pedazo de vida.
Entonces, ¡carajo!, dónde está la mano larga y ancha del gobierno, la misma mano larga y ancha que administra 634 mil millones de pesos, que no es capaz de ir en auxilio de ésta pareja de esposos, hoy día unidos por el mucho sufrir, que subyacen y se debaten entre el infortunio y la postración; solos y olvidados. Sin tener a quien acudir. Enflaquecidos, cadavéricos. En silla de rueda él, y ella doblada y resquebrajada por la impotencia de no poder más. De no tener fuerza para soportar una carga tan pesada para su quebradizo y menudo cuerpo. Ambos, marido y mujer, miserablemente derrumbados en una pocilga propia de animales.
No estoy ideando nada. Ver para creer; frase consustancial a la crucifixión de Jesús de Nazaret. Ojalá y usted que lee esta vaga y mal hilvanada reseña, le dé con dar un paso al frente, y se involucre, entonces, de manera resuelta y activa, en lo que habrán de ser los últimos días de estas dos almas de Dios, dignos de un final más humano. Atrévase, y con un puñado de «algo» haga de su vida un motivo para sonreír. Abra su corazón, sensible y misericordioso, y de lo poco un mucho que le ha dado la vida, despréndase de algo. Un chininín apenas…
En el Limón de Mata del Jobo todo el mundo conoce a Quiro y Nené. Vaya y pregunte por ellos. Y no se sorprenda tampoco si al llegar al hogar donde mal viven estos desheredados de las cosas materiales de este mundo, nadie lo manda a entrar. No espere tanto. Ellos sí que esperan por usted. La presencia suya es lo último que esperan de la vida. Y cuando suceda, cuando usted le extienda sus manos generosas, entonces habrán de morir en paz. ¡Atrévase…!
Email: Victor.escritor@hotmail.con
Uao, Victor muy buena reseña que pena Cómo e k, estado invierte el dinero, en disparatada como reelección, mientras una,pareja ejemplar muere en la necesidad
Rafael Pérez
Distinguido Sr. Victor M. Peralta, leer tu historia sobre estas dos digna personas, siento un desgarro, emosional, y al mismo tiempo una impotencia que, al saber como Abogado, y aunque no lo fuera, saber que ellos, los desafortunados, teniendo la pro