Por: Robert Nuñez
Las cruces y los santuarios indican el lugar donde murió algún ciudadano en las carreteras dominicanas. Pero donde se accidentó Quilvio Cabrera Mena, hace ya dos años, habrá flores, árboles y rosas, habrá un jardín. En el lugar de su muerte esparciremos la vida.
Para que un huerto marque la diferencia en aquella zona, para que reduzcan la velocidad y los accidentes los usuarios de aquella vía. Que aquel labrantío sirva de reflexión para que lleguen seguros a su destino disfrutando del paisaje, del camino.
Que observando los guayabos y descifrando los colores de las rosas, olfateen la campiña, el olor a tierra baldía, que cautivó a Quilvio toda su vida.
Que tomen flores, si lo desean, del lugar que una mañana de abril del 2008, conspiraron el cielo y la tierra para arrebatarnos al familiar, al compañero, al amigo. De donde inició su viaje hacia un lugar desconocido, habitado, según dicen, por los que vivieron dignamente, por los escogidos.
Que el trabajo, la honestidad y el servicio que representan en el huerto las flores, los árboles y las rosas, recuerden a un hombre que creyó firmemente que