Por: Ricardo González Quiñones.
Cuando en mi niñez le pedía algo a mi padre, por ejemplo, una bicicleta, un par de tenis de esos caros (Converse), o un viaje de vacaciones, quizás a Santo Domingo, o a Puerto Plata, recuerdo que me decía: “más adelante, mi hijo, cuando las cosas mejoren, mientras tanto Ricardo, no dejes de tirarle piedras a la luna”.
No entendía la última parte de la sentencia dada por mi padre, pero un día mi abuelo adorado Don Manuel González, ante una petición mía, me dio la explicación que necesitaba, aconsejándome que si quería algún día llegar a darle con una piedra a la luna, no debía dejar de tirarle.
Quise extrapolar aquellas máximas que nos daban nuestros padres con la realidad sabanetera de hoy día, y me parece que estoy perdiendo las fuerzas y el deseo de seguir tirándole piedras a la luna. Leerán:
Estuve el fin de semana por los predios de Los Pozos, El Guanal, en el lugar donde aquellos martes se hacían las moliendas para hacer melao de caña. Estoy claro que esas moliendas se acabaron hace mucho tiempo, y que tanto Crucito Estévez, como Ramón Espinal, también murieron hace tiempo, empero, cuando pregunto por el trapiche y el fondo que se usaban para preparar aquel sabroso melao, me dicen que los vendieron a unas personas en La Vega, y que éstas, hicieron un museo en esa ciudad y están presentando estos artefactos como autóctonos de ellos.
Lo peor de todo esto, es cuando les pregunté que si alguien de los representantes municipales o provinciales, habían ido donde ellos a hacerle una propuesta para comprar esas reliquias sabaneteras y ponerlas en algún lugar del municipio, la respuesta fue la siguiente: “Aguaita, esa gente na má vienen poi aquí a bucai voto”.
Les digo, amigo lectores, que el precio a que fueron vendidos estos trapiches y estos fondos, fue al de “vaca muerta”.
Qué tolete de autoridades tienen ustedes en Sabaneta?
En la tarde de ese mismo día, pasé por una casa del municipio, donde guardan el armario que usaban Santiago Rodríguez y su esposa Josefina Bueno, no les revelo el lugar, porque no tuve la autorización para hacerlo, empero, aunque debo señalar que lo tienen en optimas condiciones (aquí les enseño una foto), no menos cierto es, que es un bien municipal y que se debe preservar y negociar con los propietarios del mismo (comprárselo), para cuando se haga el museo de los grandes sabaneteros, claro que eso será cuando quitemos estos buenos para nada.
Un museo, que pudo haberse hecho dentro de la restauración de la Casa Consistorial, o en el mismo ayuntamiento, en el segundo nivel donde están los del Distrito 09-03, o donde estuvo la Escuela Graduada Mixta en la calle San Ignacio con calle Luperón.
Un museo que se podría haber construido con las “botellas” que ha otorgado nuestro natimuerto Ayuntamiento a lo largo de los últimos 23 años.
Qué pena debe de dar!!
Mientras tanto, seguimos tirándole piedras a la luna.
Hasta pronto, Dios querrá
Ricardo González Quiñones
Sabanetero