Por: Javier Flores
Santo Domingo.- “Él era un hombre trabajador”, así definió María Altagracia Méndez, con lágrimas en su rostro, a su esposo Mario Figueroa de Paula, quien murió el miércoles de un disparo en la cabeza por un agente de la Policía Municipal.
El cadáver de Figueroa de Paula fue sepultado ayer en el cementerio Cristo Redentor. Familiares, amigos y vecinos lo describieron como una persona amable y que nunca tuvo problemas con nadie. “A mis hijos no les faltaba nada, nunca pasaron hambre porque su papá salía a trabajar temprano. Él se sacrificaba para que nosotros no cogiéramos lucha”, decía Méndez entre lágrimas. La pareja procreó en 10 años de matrimonio dos hijos de 8 y 5 años de edad. Mientras que María, de 15, también Mario la reconoció como hija.
Figueroa de Paula trabajaba con compañías de mercancías, en el proceso de buscar los camiones y contratar a los camioneros, según informó su esposa.
“Él no era limpiavidrios, solo quiso defender a uno y por eso resultó muerto, no había razón para darle un disparo, para matarlo”, expresaba Janet Méndez, cuñada de la víctima.
Fuente: