Moraima Veras Hernández en Ecos de Personajes Poéticos
POR: SANDRA FERNÁNDEZ MARTÍNEZ – Escritora. Reside en Santiago Rodríguez.
Hola, mis queridos amigos, llegó de nuevo el sábado y aquí está su segmento Ecos de Personajes Poéticos, gracias a Dios por permitirnos disfrutar de un día maravilloso, y de una tranquila Semana Santa, espero que todos hayan tenido un Viernes Santo tranquilo y en familia, hoy les tengo un segmento maravilloso, agradezco a Dios de tener la oportunidad de conocer a una admirable narradora, Moraima Veras, Nativa de Altamira, Puerto Plata, República Dominicana. Abogada, escritora. Doctora en Derecho por la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD. Cursa dos especialidades en Derecho Público y en Gestión para el Desarrollo, a través de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, PUCMM. Larga experiencia en el ejercicio del derecho y en trabajos comunitarios con financiamiento internacional. Otras experiencias en trabajos de investigación en España y Santo Domingo. Varias publicaciones de investigación y otros estudios en el ámbito de su ejercicio profesional. Amante de la literatura con varios escritos inéditos. En el año 2022 publicó, «Lía en Granada» (novela corta).
Les aseguro que si leen su novela podrán darse cuenta de la belleza de su simplicidad al narrar una historia rosa, llena de amor y de aventuras. Les recomiendo leerla, al igual que sus interesantes relatos publicados en antologías binacionales; nuestra querida escritora, ha sido invitada especial de la 9na. Feria Internacional del Libro y la Cultura Neiba 2022, entre otras. En fin, realmente me siento muy orgullosa de poder tenerla como nuestra invitada especial en nuestro segmento Ecos de Personajes Poéticos, pues sus letras son frescas y no nos atormentan con subterfugios y palabras demasiado rebuscadas, lo que hace que leerla sea un bálsamo a nuestros sentidos, donde deja de manifiesto su gran sensibilidad.
Ahora entremos a conocer sus oportunas respuestas a nuestras preguntas:

EPP- ¿Cuál es tu nombre y dónde naciste?
MVH- Soy Moraima Veras Hernández, y nací en Altamira, un municipio de Puerto Plata, rodeado de ríos y montañas.
EPP- ¿Cuál es tu oficio, a qué te dedicas?
MVH- Soy abogada de formación, escribo literatura creativa y aspiro a convertir el arte de escribir en mi único oficio.
EPP- ¿Desde tu punto de vista qué debe tener un poema para que se considere un buen poema?
MVH– No soy una poeta, aunque todo el que crea arte, tiene algo de poeta. Por ejemplo, la novela, género que estoy estudiando y escribiendo, está salpicada de poesía. Como amante de la poesía, te puedo decir que para mí un poema, tiene que ser como un buen pretendiente, atraerme por su buen ritmo, su buena imagen, y su concepto. Que toque mi sensibilidad y me haga quedar rendida.
EPP- ¿Cuál es la esencia del trabajo de un escritor, poeta o literato?
MVH- Creo que la esencia de un escritor es hacer llegar al lector aquello que quiere transmitir, generando una respuesta, emotiva, de reflexión crítica, o simple entretenimiento. Hacer que el lector haga suyo el texto literario volviéndolo un creador o una creadora.
EPP- ¿Cuál de tus trabajos consideras el mejor y por qué́?
MVH- Escribo historias, sobre todo aquellas que me inspiran y me producen deseos de honrarlas confundiendo la realidad con la ficción. «Lía en Granada» es mi primer libro publicado. Es una novela corta, donde Lía nos cuenta una historia de amor unida por el corazón y separada por un océano. Ahora, escribo «Mariana», una novela inspirada en una mujer vanguardista, que nació a inicios del siglo XX. Estoy dedicando tiempo en estudio, investigación y narración. Ese será mi mejor trabajo, hasta que produzca el siguiente. Pienso que lo que hacemos hoy tiene que ser lo mejor.
EPP- ¿Consideras que el erotismo es un arte?
MVH- Creo que puede convertirse en un arte. «Lía en Granada», está cargada de erotismo. Es una mujer que se atreve a vivir el erotismo y a contárnoslo tal cual lo vivió dentro de su historia de amor. El erotismo ha existido en el arte desde siempre. Muchas grandes obras literarias de la humanidad, hacen del erotismo un arte. Vale citar autores que fueron censurados por su erotismo en la literatura, como, Anais Nin, con sus diarios y D.H. Laurence, y su novela el amante. La novela, «El amante» de Margarit Duras, también está impregnada de erotismo.
EPP- ¿De dónde surgió tu vocación para escribir?
MVH- Considero que nació de la lectura, porque siempre he sido buena lectora. Aunque, en mi pueblo no tenía tanto acceso a la lectura, leía todos los muñequitos, las novelas románticas y de vaqueros, que nos llegaban en las revistas. A los catorce años escribí una novela de amor, que me encantaría volver a leer. También ya como estudiante universitaria, escribía cuentos. No conservo ninguno de esos escritos. En la época que los escribí no teníamos los recursos que tenemos ahora para conservar los trabajos escritos.
EPP- ¿Puedes decirnos para ti, qué es lo más difícil de ser escritor/a?
MVH- La intensa labor. Es como un trabajo artesanal, por tanto, se le debe dedicar mucho tiempo y pulir bastante hasta tener lo que considera que es el mejor texto que puede crear. Después, es disfrutar el proceso.
EPP- ¿A cuál escritor o escritora famoso/a, admiras?
MVH- Admiro a muchos escritores y escritoras, podría mencionar algunos, Juan Bosch, Salomé Ureña, Fiódor Dostoyevski, Eduardo Galeano, García Márquez.
EPP- ¿Cuál es la temática que más utilizas en tus escritos o poemas?
MVH- El amor, la muerte y la amistad. Los tres grandes temas universales.
EPP- ¿Cómo influye el arte en tu vida?
MVH- Me mantiene agradecida. Me impulsa a crear. A través del arte disfruto más la vida. El arte me vuelve más consciente, más crítica, más sensible. Podría decir que me influye a ser mejor persona.
EPP- ¿Entiendes que hay diferencias entre un poeta y un escritor?
MVH- El poeta es un escritor, dedicado a perfeccionar la poesía. Mientras que el escritor, puede usar o no la poesía en su escritura, si es un escritor creativo la usará, pero no será considerado por ello un poeta.
EPP- ¿Qué puedes decirnos de ti, de tus obras, has publicado solo un libro?
MVH- Me considero una amante de la literatura, que ama leer, estudia y practica el arte de escribir y que aspira a escribir un libro tan bueno como aquellos que me han atrapado con su lectura, emocionándome y haciéndose memorable en mí. Sí, publiqué hace más de dos años. «Lía en Granada», presentado en Santo Domingo, Santiago, Puerto Plata y puesto a la venta en diferentes librerías del país, como Centro Cuesta del Libro, Librería Mamey y Books worlld en Puerto Plata.
EPP- ¿Cuál es tu mayor deseo en la vida?
MVH- Crear un buen libro y vivir en paz. Que mis hijas vivan felices y que en el mundo impere la justicia social.
EPP- ¿Para qué crees que sirve la literatura?
MVH- La literatura nos muestra caminos, nos despierta, nos proporciona elementos que nos conducen a ser más críticos. La literatura creativa como arte no solo nos entretiene, sino que puede hacernos vivir historias maravillosas, a veces hasta soñadas y nos puede llevar a querer ser el que escribe y a escribir.
Han sido respuestas muy edificantes, la de nuestra invitada de hoy, admiramos su amor por la literatura, y la nuestra es una literatura que solo hay que leerla sin menospreciar lo que tenemos, y sin prejuicios, sino más bien darle su verdadero valor. Ha sido para nosotros un grato placer conocerte más de cerca querida Moraima y agradecemos infinitamente que hayas aceptado ser parte de nuestro segmento Ecos de Personajes Poéticos, gracias del alma. Ahora vamos a compartir con nuestros lectores dos de tus relatos:
DESAYUNO FRENTE AL MAR
Ese domingo en la mañana, iniciando la primavera, la ciudad de Santo Domingo estaba despejada, sin el tránsito acostumbrado de los días de trabajo. Ingrid, Fanny y yo acordamos disfrutar de un desayuno frente al mar. Ingrid se ofreció a pasar por nuestras casas y buscarnos en su vehículo. La primera parada estuvo acordada para las 8:30 AM. Hora exacta en la que detuvo su vehículo frente a mi casa. Me acerqué a ella ilusionada. Nos saludamos con efusividad y acaricié el simpático rostro de su perra Tula. Le dije a Ingrid que me sentaría detrás para que nuestra amiga Fanny se sentara delante.
—Sí, claro, como te sientas cómoda —me contestó, y así lo hice.
Cinco minutos más tarde, cuando ya nos acercábamos a la residencia de Fanny, esta nos avisó de que aún no estaba lista. Nos detuvimos en la avenida Anacaona para esperarla frente a su apartamento. Estábamos relajadas, entretenidas conversando dentro del vehículo. Tula, la hermosa perra de Ingrid, nos acompañaba acostada en el asiento de la tercera línea. Se encontraba en un estado de mucha tranquilidad, dispuesta también a esperar. De repente, como si hubiera salido de la nada, sentimos un estruendoso golpe que impactó el vehículo y que nos sacudió, logrando sacarnos de golpe del estado en el que nos encontrábamos; Ingrid con audacia sostuvo el volante y trató de estabilizarlo, usó con mucha agilidad sus manos y su pie derecho tratando de mantener el freno, pero a pesar de su esfuerzo, el vehículo se movió para diferentes lados; ella siguió maniobrando en un ejercicio intenso, su piel blanca cambió de color, se tornó roja. A través del espejo retrovisor pude ver cómo temblaron sus labios y cómo su rostro mostró una sorpresa marcada de espanto. La fortaleza del Mercedes Benz y las habilidades de Ingrid evitaron que el vehículo se volcara. Sin embargo, el minibús que nos impactó salió derribado sin poder evitar volcarse y de este salieron unos jóvenes por las ventanas; se podía observar sus rostros y brazos ensangrentados. Era como una escena para una película de Tarantino. Nuestra amiga Fanny finalmente salió del apartamento y bajó de su sexto piso con las manos en la cabeza al darse cuenta de que el choque que escuchó unos minutos antes había sido con nuestro vehículo.
En ese momento, llegó la ambulancia, se acercaron los paramédicos y nos examinaron. Estábamos impresionadas. Ingrid estuvo muy nerviosa, pues dada su labor de conductora, tuvo que enfrentar el accidente con más tensión. A Tula se le veía inquieta. Confundida. No entendía lo que estaba pasando. Unos minutos después llegó la Autoridad Metropolitana de Transporte y levantó acta del suceso. El Mercedes Benz que ocupábamos fue impactado del lado del asiento que no ocupé.
El golpe lo dejó irreconocible. En ese momento me pregunté: ¿tuve un aviso extrasensorial que me liberó de la muerte? Algo sí tuve claro, ese día no estábamos sincronizadas con el mar.
GALLO PINTO
No sé si alguna vez has estado en tu cama sintiendo que un cuerpo agoniza a tu lado; la cercanía es tanta que puedes sentir el calor de su piel.
Conocí a Javier una tarde lluviosa de mayo en medio del bullicio y la risa de un grupo de amigos hospedados en un viejo hotel del sector Naco. Desde ese primer encuentro nos convertimos en grandes amigos. Me deleitaba con sus largas conversaciones y su risa contagiosa. Mostraba con orgullo y alegría sus orígenes de pura vida.
Esa cercana amistad que sostuvimos desde el primer momento dejó en mí un sentimiento de permanencia propio de las grandes historias de amor. Cuando nos reuníamos o hablábamos por teléfono, conversábamos sin premura sobre los últimos acontecimientos o sobre asuntos solo de nuestro interés. Era fácil quedar seducida con sus entretenidos diálogos.
Con mucha frecuencia celebrábamos encuentros entre amigos, donde él se hacía cargo de la cocina, lo que nos conducía a imaginar y saborear con antelación esos alimentos. Se vestía llevando delantal y gorro blanco, que lo hacían lucir como un cocinero de mucha experiencia. A veces iba a la cocina a imitar uno de sus platos, como el tradicional Gallo pinto, preparado a base de arroz y frijoles negros; pero nunca lograba hacerlo como él. Este alimento era el `rey de los platos`, considerado así por Javier, quien era un auténtico tico.
Era fascinante ver cómo preparaba la pasta con una base hecha directamente en la cocina, era como presenciar un baile de danza con esos movimientos cadenciosos que iban de una acción a la otra, donde los sonidos de los utensilios colocaban la música y la presentación de sus platos era una majestuosa culminación del arte.
Durante su labor culinaria movía su cuerpo de un lado hacia el otro como un excelente chef al que esperan en el comedor de un exquisito restaurante. Finalizaba sus platos y se dirigía a la mesa de caoba centenaria, que fabricó de un antiguo escritorio abandonado; este había servido por muchos años de despacho público. La mesa era de forma rectangular y poca altura; ocupaba el centro de un salón, colocada encima de una típica alfombra centroamericana. Nos sentábamos directamente en la alfombra y recibíamos los alimentos en cuencos de coco y platos de madera. Siempre predominaba su favorito Gallo pinto. Solíamos acompañarlo con vinos, cervezas u otras bebidas. Javier disfrutaba los alimentos con agua natural o jugo de frutas. Consideraba, por su afiliación a los Alcohólicos Anónimos, que el primer trago te devuelve al abismo.
Unos días antes de marcharse de Santo Domingo, donde residió por más de seis años, me trajo la mesa de los comensales como regalo. La situamos en la sala de mi apartamento. A veces la observo con aquellos alimentos en su tope y revive en mí esas alegres escenas que sucedían a su alrededor.
Un domingo por la tarde me encontraba cómodamente sentada leyendo en mi habitación, de pronto sonó el teléfono y me percaté de que era Javier. Acogí su llamada con entusiasmo. Tenía un tiempo que se había marchado a Panamá y nuestras pláticas no eran tan frecuentes como antes. Intercambiamos sobre algunos aspectos de la pandemia del COVID-19 y otros temas de nuestro interés. Al finalizar nuestra conversación, nos despedimos con la ilusión de que pronto nos reencontraríamos de nuevo.
Su estancia en Panamá, no le producía la misma satisfacción que le produjo en Santo Domingo, así me lo hacía saber cada vez que conversábamos, sin embargo, se las ingeniaba para hacer de su vida lo más agradable posible. Exploraba los hermosos lugares naturales, disfrutando largas caminatas. Luego, nos compartía por WhatsApp unas fotos de paisajes paradisiacos, como el de una colorida montaña donde convergen las flores en lo alto de los árboles, produciendo un arcoíris de colores y otras captando el vuelo en bandada de las gaviotas, entre muchas otras hermosas imágenes.
Unos días después de nuestra última conversación, surgió la alarma de su ausencia. Javier había faltado dos días a su trabajo sin previo aviso. La insistencia de sus compañeros y de una amiga cercana que aseguraban que no era su costumbre ausentarse por más de 48 horas sin avisar, convenció a las autoridades a recurrir al uso de la fuerza y abrir el apartamento en donde residía Javier. Una vez dentro, recorrieron la sala, el comedor, la cocina y, al llegar a la habitación, súbitamente se detuvieron: Allí estaba el cuerpo de Javier tirado en el piso, frente a su cama en posición supina, como si se hubiera acostado a mirar el techo. Se dieron cuenta de que todavía respiraba.
—¡Está vivo! —gritó uno.
Rápidamente llamaron a emergencia; la asistencia llegó en breves minutos. Lo examinaron y notaron que su salud era muy delicada. De inmediato fue trasladado a un centro médico, en donde lo atendieron, y determinaron que su estado era comatoso, debido a las horas sin auxilio, a raíz de un infarto cerebrovascular.
Su condición de salud fue comunicada a la familia y esta decidió llevarlo a Costa Rica, con el interés de proporcionarle mejores atenciones y que estuviera rodeado de sus hijos.
En su tierra natal pudo volver del coma. La cercanía de su gente y la muestra cariñosa de las enfermeras costarricenses lo alegraron. Seguro pensó en cocinarles su sabroso Gallo pinto.
Una tarde, Javier fue sacado a tomar el sol y mostró un rostro feliz, lo que despertó la ilusión de que estaría de nuevo de pie con sus largas conversaciones y dedicándole tiempo a su amada cocina. Sin embargo, nos jugó una de sus bromas. Permaneció en su silla de ruedas con la quietud de una mariposa posada en una flor. Cautivado con el hermoso paisaje de su tierra, sonrió ante la mirada del sol y se enganchó con él.
A medianoche vino a mi cama, me tomó de espaldas y se abrazó a mí en un eterno abrazo de despedida.
Excelentes relatos. Si tenían alguna duda en diferenciar entre lo que es un relato y lo que es un cuento, esta escritora nos deja bien claro la diferencia, el relato es parecido más a una anécdota, con una estructura narrativa lineal de una manera muy simplificada, algo que esta narradora, tomando en cuenta lo que hemos leído de ella, maneja muy bien dichas técnicas. Solo nos queda felicitarla y pedirle que siga haciendo lo que le gusta, para su propio deleite y el nuestro, nos despedimos dejando nuestra frase acostumbrada en este caso una máxima de Platón, que dedicamos a nuestra querida Moraima Veras y a cada uno de ustedes mis queridos lectores: “La conquista propia es la más grande de las victorias.”
Hasta el próximo sábado querida familia, esperando seguir contribuyendo con nuestros poetas, escritores, artistas, a dar a conocer sus letras, su arte. Nos complace tratar de aportar nuestro granito de arena a la cultura de nuestro país. Que Dios nos bendiga a todos.