Por: Robert Núñez Cabrera.
¿A los personajes que hablan e insisten en la reelección del Presidente Leonel Fernández lo mandaran hablar como parte de un plan estratégico, lo harán por convicción, o a lo mejor para hacerse los graciosos, como serviles y adulones, en la búsqueda de un protagonismo que no pueden conseguir por méritos propios? Estas son algunas de las preguntas que se hace la población.
Comenzando por la última, no creemos que ninguno de los que hablan de éste espinoso tema carezca de la capacidad para brillar con luz propia, son profesionales consagrados y exitosos, trabajadores incansables, que al parecer ven sus posiciones, su importancia y trascendencia amenazadas y manejados por su ego confunden sus intereses con el de los demás, conocedores de que si desaparecen las condiciones actuales pasaran a ser uno más, a eso se debe su lucha, no a ninguna preocupación por el bienestar del país.
En el caso de que sea un plan, que Leonel piense reelegirse y haya decidido que la punta de lanza de un proyecto de semejante magnitud sean los funcionarios que han hablados de reelección hasta ahora, dejaría perplejos a no pocos analistas políticos, a muchos de los principales aliados del Presidente y a una buena parte de sus amigos y seguidores.
Pero sobre todo, sería la negación de todos los principios que ha enarbolado Leonel, no solo políticos, que le ha permitido llegar a tener la importancia y relevancia nacional e internacional de la que es poseedor en éstos momentos, gracias a su interpretación de la realidad, a su empeño, a su preparación, a su esfuerzo y determinación.
Principios que se fundamentan en respetar las fuerzas que inciden en la nación, los riesgos que se incurren, la posibilidad de ganar, (que en éste caso las tiene a su favor), la radicalización peligrosa en que caerían los sectores opositores, y más que todo, el endiosamiento de su entorno que los podría llevar a cometer toda clase de indelicadezas que Leonel no tiene necesidad de cargar.
Un hombre inteligente y conocedor de las intríngulis del poder valorará los riesgos y las ventajas, no el pedido y las suplicas de subalternos, ni el vociferar desesperado de unos pocos, sino el interés de las mayorías, y lo más importante, el futuro del Leonel histórico.
