Por: Robert Núñez Cabrera.
Hoy en la mañana, camino al trabajo, tomé el teléfono para llamar, como siempre lo hacía, a Palmenio Peralta. Me había olvidado que se había ido, que era imposible comunicarme con él, que aquellos largos intercambios telefónicos mañaneros ya no volverían.
La tristeza me arropó, pero me repuse rápidamente al recordar lo que significó para todos los que la vida nos dio la oportunidad de conocerlo, de tratarlo.
Entendí que Palmenio nunca moriría para los que recibimos el trato familiar, la amistad que le caracterizaron en su paso por la vida.
Hasta luego Palmer, tus enseñanzas, tus preocupaciones y pasiones vivirán por siempre.
Me ha pasado lo mismo, todos estos días. tratando de asimilar esta triste y trágica noticia… sé que debemos aceptar la voluntad de Dios, que Palmenio a respondido a su llamado…
Estoy de acuerdo contigo Robert , Palmenio T. Peralta nunca morirá p