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LA PRODUCCIÓN ESCRITA: UN DESAFÍO DE LA ESCUELA

 Por: Licda. Maura Yamiris Peralta  Saint-hilaire

La lectura hace al hombre docto; la conversación desenvuelto; el arte de escribir exacto.
 (HORACIO).

La enseñanza de la lengua escrita ha experimentado a lo largo de la historia diversas visicisitudes. Si nos remontamos a la antigua  Mesopotamia la invención de la escritura solo era posible en determinadas sociedades, posteriores al Neolítico (Encata, 2009).

Durante todo este largo período    de  historia de la escritura,  el ser humano    ha sentido la necesidad de representar la realidad mediante pinturas, símbolos y posteriormente a través de la escritura.  Hoy,  todas las personas de los más disímiles niveles: culturales, sociales y profesionales, reconocen la importancia de la escritura para  desarrollo de las habilidades esenciales del ser humano.

Según Cassany, no se puede explicar nuestra civilización actual sin la aportación de la tecnología escrita. Por lo que podemos asegurar  que la escritura contribuye de múltiples maneras    en el  progreso y la organización   del conocimiento, y por consiguiente,  en desarrollo de la sociedad.

Sin lugar  a dudas, la escritura es la habilidad  humana que concretiza la lengua oral y  pone de manifiesto la estructura de un pensamiento organizado, y por supuesto, la capacidad de reflexión analítica y crítica del individuo.

Sin embargo, la producción escrita se ha  descuidado en la gran mayoría de nuestros centros educativos. Todas y todos los  docentes hemos vivido el terror que nuestros alumnos les tienen a las  páginas en blancos, la apatía, el desaliento y la postura de inseguridad que presentan cuando tienen que producir un texto. Es evidente también,   como confunden la producción escrita con la transcripción, dos asuntos tan claro de distinguir. Esta situación    ha sido en los últimos tiempos  objeto de preocupación de muchos docentes, entre ellos podemos citar:   la profesora Altagracia Pou quien expone su inquietud    en el libro “Redacción Métodos y Organización del Pensamiento” de García Molina. 

La realidad que  se ilustra, es un imperativo que no admite demora, nos  pide a gritos que rompamos esos  erróneos y  viejos  paradigmas que postulan   “que la escritura es propia de un público selecto”.  También, que integremos en nuestras prácticas docentes estrategias lúdicas  como: la paráfrasis, la homosintasis, la paraficción  u otras   que ejerciten el  desarrollo de la producción escrita y estimulen el interés  redaccional en los discentes.

Del mismo modo, es  saludable también, analizar los  dos principios de la didáctica de la escritura que  son: crear espacio de libertad e  incluir en la infancia de la escritura elementos lúdicos. Estos principios implican: por un lado,  liberación de la fobia a la página en blanco, autonomía, originalidad, creatividad, criticidad y  desinhibición. Por otro,  se fomenta la reflexión y se  propicia  un espacio de disgregación  y construcción del conocimiento,  evitando a la vez, la reproducción mecánica como bien  afirma Daniel  Cassany.

Otros elementos importantes en el  proceso de la composición son: la  transformación del ambiente  áulico, la elaboración  de esquemas, campos semánticos y la interacción con textos bien redactados. García Molina sostiene   en su libro “Competencias Comunicativas”, “que hay textos que ayudan al lector a forjar su propio estilo”, “que la relación entre el lector y el texto es tan profunda y estrecha que un buen lector termina siendo un escritor”.

Finalmente,  el  o  la docente  debe resaltar las partes  positivas  de la producción escrita del aprendiz. Esta   valoración contribuye grandemente en el proceso de composición, ya que le sirve de estímulo al discente.  

 

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