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“Historia de un caudillo singular”

Por: Preiky Saint-Hilaire, profesor.

Demetrio Rodríguez.

Para hablar de este personaje, es vital que traslademos nuestra mente a una zona del país, que durante muchos años fue escenario de las mayores hazañas del caudillaje dominicano, en pocas palabras me refiero a la Línea Noroeste, si a esa misma, lugar en donde los caudillos emergieron de la nada, para después controlarlo todo a diestro y siniestro, en el que las insurrecciones tenían principios, pero no final.  Precisamente luego de la guerra de la Restauración Dominicana, debido al papel protagónico que desempeñó dicha región durante este conflicto, la cual se consagro como baluarte revolucionario, debido a su proximidad fronteriza con Haití y también al exorbitante número militares que participaron en esta gesta.

El cauro dominicano se convirtió en una de las tierras más prodigiosa para germinación y formación de una gran cantidad generales y huestes siendo en su mayoría campesinos analfabetos, que se apoderaron de materiales bélicos del conflicto ya mencionado, los cuales más tardes fueron usados para la extorsión y el chantaje de los gobiernos, estos personajes armados se convirtieron en líderes locales, regionales y nacionales. Pero eso es otro apunte histórico, que no describiré en este momento, ya que nuestro invitado especial es el señor Demetrio Rodríguez y a él será a quien le dedicare este escrito.

Demetrio Rodríguez (Foto: FE).

Demetrio nació en el seno de una familia acomodada el 18 de septiembre de 1866, justamente un año después del conflicto dominico-español por la soberanía nacional y en plena inestabilidad política que vivía en país y muy específica en Montecristi, en la pequeña localidad de Juan Gómez, Guayubín. Su padre, Bernardo Rodríguez, un rico y hacendado que podía contar las onzas de oro por sacos y vender centenas de reses de un sólo color y su madre fue doña Petronila Peña de Rodríguez. Ambos aunaron enormes esfuerzos para dispensarle una educación de calidad a su hijo.

Con el deseo de sustraerlo del conflictivo ambiente político, en que se encontraba nuestra sociedad, prontamente de finalizar sus estudios iniciales en Guayubín, fue enviado a Mao donde estudió bajo la orientación del maestro Rosendo Pardo de origen cubano; desde allí pasó a Montecristi, y más luego al colegio San Luis Gonzaga de Santo Domingo, bajo la dirección del muy reconocido Presbítero Francisco Xavier Billini. Posteriormente, sus padres lo remitieron a estudiar a un popular colegio de la ciudad de New York, Estados Unidos.

En 1889, realizó un recorrido junto a su familia por Europa, con motivo de la Exposición Internacional de París, Francia. En donde se celebraba el primer centenario de la toma de la Bastilla, suceso considerado como el símbolo del inicio de la Revolución Francesa. El cual fue aprovechado por sus padres para inscribirlo en la Universidad de Wesfalia, Alemania, para que este estudiara economía, aunque no llegó a concluir la carrera, fue evidente que Demetrio alcanzó un conocimiento muy superior al de todos sus compañeros.

Sin embargo, el deseo de estar en su terruño, lo condujeron de nuevo al país en 1894, para sumirse al ambiente de las revueltas rurales, en la que se encontraba la comarca. El joven Demetrio, disfrutaba de la posición económica de sus padres, lo que le permitió a este un espíritu abierto y alegre y, dicho sea de paso, a darse todos tipos de placeres y satisfacciones, en respeto claro está, de los patrones de diversión predominantes en aquella sociedad campestre.

Entre sus pasiones sobresalía, la atracción por las mujeres, las bebidas, las fiestas, los gallos, los buenos caballos y las armas, quienes le conocieron lo identificaban bien, por el tipo de persona que era, los lugares de su agrado que frecuentaba y su imponente coraje, que iba más allá, que la de cualquier liniero, ya que hizo de la guerrilla una pasión, lo que lo diferenciaba de los otros. La vida de Demetrio era muy atípica, lo que concebía, lo hacía por pasión, sus virtudes inherentes de guerrillero era algo que vivía a plenitud, como todo un hidalgo caballero del medievalismo. Por tal razón no hubo un trance episódico del cual él no estuviera ceñido.

Su arraigada bravura y su poder adquisitivo lo llevaron a consolidar su propia mesnada, los cuales le sirvieron como tropas, siendo este el comándate de la misma. Los enfrentamientos armados estaban a la orden del día, debido a la inestabilidad, económica, política y social, en la que se vivía en aquel entonces, su deposición de enfrentarse ante cualquier grupo armado, era espontánea y fulminante, su afición por las guerras, fue mayor que el aprecio que siente por la vida, y su valoración por la fama estuvo por encima del dinero (dijo en una ocasión, “vámonos a ese escenario a hacernos grandes”).

Fue visto batallando en diversos pueblos del país, acarreando luchas encarnizadas, a petición de unos y en decisión propia, su valentía y experiencias en armas, lo convirtieron en uno de los generales más respetado e icónicos de las guerrillas y en un connotado caudillo. En las acciones belicosas, los combatientes del general Rodríguez aplastaban de forma contundente a los ejércitos que enfrentaba, estos actos conllevaron a que fuera uno de los generales más codiciado de la esfera política y que se le ofertaran desde bienes económicos hasta cargos políticos, los cuales eran poco significativos para Demetrio, consagrándose como un rebelde sin causa.

En el amplio apogeo de tenerlo como parte de su bando, varios presidentes de aquella época le ofrecieron ostentosas posiciones. En una actitud habilidosa el presidente Heureaux, conociendo la gallardía e intrepidez del joven liniero, y como parte de sus estrategias políticas de ofrecerles prebendas a los provincianos sobresalientes, lo designó en 1895, administrador de Hacienda de Montecristi, y posteriormente, secretario de la Gobernación de Moca. Al año siguiente, pasó a desempeñarse como secretario particular de Heureaux, con rango de capitán, y parte del Estado Mayor del tirano, cuyo máximo interés consistía en utilizarlo como fuerza de choque o gallo de pelea. En este último rol, Demetrio fue el edecán del general Heureaux en su postrero viaje a Moca, el 26 de julio de 1899. En aquella tarde gris en la que fue a encontrarse con la muerte de frente a frente.

Uno de los más feroces combates que enfrento, tuvo lugar en el Puente de Guayubín en el que Demetrio, con un minúsculo número de partisanos, consiguió abatir a los generales horacistas Rafael Abreu y Amadeo Tavárez, pero de todos modos las tropas horacistas se impusieron, comprometiéndose Demetrio acogerse a las garantías que le ofrecieron y establecer su domicilio en la ciudad de Puerto Plata. El cual, en abril de 1903, salió hacia Cuba, en calidad de exiliado.

Nuevamente regreso para incorporarse en sus faenas. Según expresan los más cercano a su familia, el padre de Demetrio hizo hasta lo imposible para apartarlo de las riñas intestinas, ofreciendo darle en onzas de oro, lo que su cuerpo pesara en una balanza. Con tal que se retirara del peligro de las municiones. Pero Demetrio no aceptó la oferta paternal y se cristianizó como un combatiente sagaz, valeroso, noble, dadivoso, campechano y generoso.

Como toda historia tiene su etapa conclusiva, esta no es la excepción, llegando así el día 3 de enero de 1906, el final para el bravo liniero, en el llamado “Puente de la Guinea” cerca de Puerto Plata, cuando una bala atravesó su cuerpo acabando con la vida a Demetrio Rodríguez. Uno de sus fieles camarada conocido como Candelario Jiménez, lo levantó del suelo, lo cruzó sobre el dorso de su caballo y se encaminó hacia Las Aguas paraje de Guayubín, llevándoselo a su padre Bernardo Rodríguez, para su cristiana sepultura. El día de su inhumación. La musa popular le dedicó al extinto una estrofa: “Perdió La Línea un tesoro, la República una espada, murió Demetrio Rodríguez, quedó la Patria enlutada”.

Para no alargar más esta narrativa sobre este legendario protagonista impetuoso, empedernido de las beligerancias, vale más decir que en una ocasión, Joaquín Balaguer lo tildo de manera alegórica como el “Héroe del Romance” en una charla que pronuncio en 1957 en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Juan Bosch de igual manera reconoció los atributos de este épico individuo. Las historias de este prominente hombre de valor aún siguen sus andanzas desde la voz de aquel palpitante anciano, hasta aquellos que aun damos constancias mediante la lecto-escritura de sus grandes hazañas. Loor y gloria para quien fue Demetrio Rodríguez, que con su arrojo se convirtió en un guerrero errante y con sus armas en un vil campante.

Fuentes:

http://4.bp.blogspot.com/_P21q-ye9FQk/RbFjU-O5SVI/AAAAAAAAAAs/8DK0Lzx_FF8/s200/drodriguez.jpg

http://guayubinysuhistoria.blogspot.com/2014/02/biografia-de-demetrio-rodriguez-durante.html  

http://hoy.com.do/general-demetrio-rodriguez-un-caudillo-atipico-2/

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