Golondros de un amor cohibido

Sergio Lantigua trujilloPor: Sergio H. Lantígua
Aparentemente, e influenciados por la gran prodigalidad de domiciliados de ambos sexos en el globo terráqueo, es lógico conjeturar, que tropezar con el amor sería una tarea fácil de llevar a cabo; pero no podemos transigir a que nos ofusquen las apariencias. Porque de ser así, la palabra «tragedia» que es la sinopsis de lo engorroso y caótico que puede ser el desenmascararlo, no existiría en el glosario de la Real Academia de la Lengua Española.

El amor, por su naturaleza y sujeción al sentimiento humano, es vulnerable a sus altibajos. Habráse en el mundo otra prioridad más compleja? Para el que está enamorado, no existen preceptos ni paradigmas a seguir; nada de lo que hasta ahora se ha escrito en pro, es vigente a la hora de arrostrar la verdad, porque cuando creemos que hemos encontrado a la persona idónea, es que damos inauguración a la dramaturgia de una tragedia shakesperiana. Ni siquiera, los volúmenes escritos en forma helenística, preservados en la biblioteca de la antigua ciudad de Alejandría, en Egipto, compilados, podrían sintetizar en sus aforismos, lo mirífico y calamitoso de ésta veleidosa afectividad.

Aunque en la palabra amor, el diagnóstico, es monógamo. Empero, en su nomenclatura, hayamos un repertorio lexicográfico con una ornamentación pluralista en su influencia. «Cada cabeza es un mundo» reincide un vetusto refrán; lo que podríamos alegorizar como que cada romance por su egocentrismo, exhibe una metafórica de un matiz discordante en concordancia con la evidencia litigante.
Se imaginan ustedes, si solo pudiésemos escribir poemas como resultancia de nuestras vivencias en el incursionamiento amoroso? Habría que emular a los marineros que por su labor nomádica, se dice: «Tienen un amor en cada puerto«, lo que, por ende, apuntalaría la hipótesis divulgada de que habitualmente, y basados en nuestras experiencias es que plasmamos esas sensibleras anécdotas. En éste quicio, vamos a intercalar nuestra discrepancia, porque la inspiración, no ineludiblemente va atada a la gurupera del propósito, sino que es un desasosiego voluntarioso, cuya comparecencia puede darse en un periquete espontáneo sin intención prefijada y sobre cualesquier argumento.
En esta secuencia, utilizamos la palabra «golondro» que compendia el deseo subyugado del protagonista de querer vociferar sus propósitos romancescos sin óbices restringentes.

GOLONDROS DE UN AMOR COHIBIDO
Si algún día, mi corazón y mi boca silentes, pudieran decirte cuanto te quiero
O mi orgullo quiera desobedecerme y pregonar este amor por todo el universo
En cada fisura, en cada pavesa de luz, en cada vórtice, en cada sutil erubescencia
Preservando su veracidad, lo genuino, y el sentimiento tácito y sobreentendido
Que excarcelen la franqueza y que diga la verdad de si misma inhumando mi ego
Que no impetra, ni diligencia fortuna, y solo quiere que me quieras con equidad
Yo soy aquel que eremita quimeriza, el que a cada segundo profiere tu nombre
El que ambiciona proclamar su vehemencia, y obduración por la mujer idolatrada
Exorcismo? No lo conozco! Solo la tribulación de ser cautivo de este estoicismo
Cuyo nombre no puedo cogitar, o proferir sin que sienta calenturas y escalofríos
Ese alguien que me amnesia haciendo que olvide esta existencia tan mezquina
Cuya imagen hace que la materia y el espíritu circunnaveguen a la intolerancia
Que me sienta náufrago como una sobra en el mar sin aspiraciones ni alicientes
A la deriva, al barlovento en busca del puerto donde pueda amarte libremente
Pués sin tu presencia, los días y las noches son equivalentes a la murria y el tedio
Donde podamos amarnos, sin impudicias, y no sea tan impaciente el tiempo
Donde pueda justificar mi existencia, te conozca y pueda decirte que te quiero

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2 comentarios

  1. Estimado amigo, en nuestros paises la miseria debe ser el mayor enemigo en la lucha que libra el humano por un amor fructifero. Ya para 1932 en su cuento LA MUJER lo expresaba JUAN BOSCH. » Debe hacer muchos siglos de su muerte, la desenterraro

  2. Sr. Expedito Zapata: Nos atribulaba el ausentismo de sus indulgentes glosas analíticas – tasadoras de nuestro humilde ensayo en el trillado sendero de la poética. Es un honor inmerecido el que haya tenido la deferencia de citar, el nombre de tan i

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