POR: JUAN PABLO BOURDIERD – Comunicador. Reside en Santiago Rodríguez.
El viejo refrán «no es lo mismo llamarlo al hombre aquel, que verlo llegar» captura perfectamente la disyuntiva entre las expectativas y la cruda realidad, un sentimiento que parece resonar profundamente con Jimmy Cherizier – «Barbecue». Este líder pandillero, infame por su historial criminal en Haití, ha sido una figura dominante y temida. Sin embargo, con la reciente llegada de tropas kenianas a Haití, se vislumbra un cambio potencial que incluso Cherizier no puede ignorar.
«Barbecue», como se le conoce en las calles, nunca esperó enfrentarse a una fuerza extranjera tan decidida a restablecer el orden. Esta situación presenta un escenario que nunca imaginó, y los informes sugieren que, si bien no está arrepentido, está al borde de estarlo. La realidad de su poder e influencia está siendo desafiada, no solo por las fuerzas del orden sino también por la percepción cambiante de la población que ha vivido bajo su yugo.
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El contexto de este cambio es revelador: Haití ha estado sumido en el caos, con pandilleros como Cherizier aprovechando el vacío de poder para fortalecer su control. Sin embargo, el anuncio de la llegada de las tropas kenianas ha inyectado una esperanza cautelosa entre los ciudadanos. Esta esperanza se ve matizada por el temor y la incertidumbre, sentimientos que los haitianos han experimentado durante décadas bajo el dominio de figuras como Cherizier.
«Barbecue» ha respondido a esta nueva amenaza con un llamado a diálogo, un gesto inusual para alguien de su estirpe y pasado violento. ¿Es esto una táctica de supervivencia o un indicio de un cambio genuino? Las semanas anteriores al anuncio han sido sangrientas, y ahora, sorprendentemente, quiere hablar. Este cambio en su postura podría interpretarse como un reconocimiento de su posición cada vez más precaria.
Internacionalmente, Cherizier ha sido objeto de críticas y condenas. Su carrera criminal, documentada desde su tiempo como policía en 2017, incluye atrocidades que han costado vidas inocentes. La acumulación de muertes y la presión constante podrían estar influyendo en su conciencia, si es que la tiene, o al menos en su estrategia para mantener el poder.
En las sombras de una tarde tensa, el pandillero se reúne con su círculo más cercano. Sus palabras revelan una mezcla de cautela y un inusual tono de reflexión. Admite que los kenianos representan un tipo de desafío que no había anticipado. «Estos soldados… vienen con la promesa de restablecer el orden, pero nosotros somos el orden aquí,» dice con una firmeza que no oculta la sombra de duda en su voz. Este momento podría marcar el comienzo del fin de su era de dominio.
El arrepentimiento, o al menos el reconocimiento de sus actos, parece asomarse cuando admite que su liderazgo ha traído sufrimiento al pueblo haitiano. «Quizás hemos ido demasiado lejos,» confiesa, mostrando una faceta vulnerable que rara vez ha sido vista por aquellos fuera de su círculo íntimo. Esta admisión no solo sorprende a sus seguidores, sino que también plantea preguntas sobre la posibilidad de redención para alguien con un historial tan brutal.
Cherizier concluye con un llamado a la redención, sugiriendo que es tiempo de «restaurar la paz» antes de que se derrame más sangre inocente. Este cambio de tono es significativo, indicando una estrategia adaptativa frente a nuevas realidades políticas y sociales. La llegada de las fuerzas kenianas podría ser la presión necesaria para transformar o desmantelar redes de poder como la que «Barbecue» ha liderado.
Este panorama nos deja con una pregunta crucial: ¿Es posible la transformación de un líder pandillero en un agente de cambio positivo, o son estas meras tácticas de supervivencia? Solo el tiempo dirá si «Barbecue» es genuino en su deseo de cambio o si simplemente está adaptándose para sobrevivir en un Haití que podría estar al borde de una nueva era.