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Elegia a la muerte de mi madre

Por el Arq. Ricardo González Quiñones

Tengo la seguridad plena, que este será mi artículo de opinión más triste que habré de escribir en toda mi vida, pero creo que callar me hace más daño que escribir.

  Quiero agradecer al Centro Médico Gran Poder de Dios, a la Dra. Maritza Gómez, al Dr. Carlos Guerrero, Al Dr. González Gómez, al Dr. Álvarez y todo el personal de la Clínica, por lo que hicieron para tratar de salvar a mi Mamá, sólo Dios sabe. Agradezco con todo mi corazón, en nombre mío y de toda mi familia, ese gesto de solidaridad que nos demostraron amigos, familiares y el pueblo de Sabaneta.

Quise despedir a mi Madre con una Elegía, se que es triste, pero también se que ayuda a desahogar el alma.

Gracias Sabaneteros, Gracias SabanetaSR.com

 

A TI MAMA:

 

         Que sacrificaste juventud, fortaleza y vida, para darnos vida, fortaleza y juventud.

 

         Que nunca rompiste el cordón umbilical que alimenta la vida y el alma, para

conservar siempre el suspiro de amor para con nosotros.

 

         Que desplegaste un océano de amor en quince vidas, con el norte de la honradez

       surcando por tus sienes.

 

         Que no dormiste, sabe Dios cuántas veces, para cuidar calenturas de retoños y       

       entrañas.

 

         Que nos diste de tu pecho el néctar con que crían las madres verdaderas.

 

         Que subiste hasta la gloria desde un páramo terrenal a una cubierta celeste.

 

 TE FUISTE VIVA MAMA:

     Desde aquella tarde de otoño, que no sabías identificar los rostros perplejos de tus hijos.

     Desde aquel suspiro por encontrar un ruta directa hacia la luz.

     Desde el momento en que tus sienes no veían más que un mundo de papeles picados        

     y trazos desorientados.

     Desde aquel invierno tibio depredado, en que navidad y año nuevo, eran iguales o  

     desapercibidos  para ti. 

     Desde  que comenzaste a surcar los mares en tu barcaza del olvido, aún así, repleta

     de amor y flanqueada por golondrinas y alondras.

     Desde que te iluminaste con la luz que sigue al horizonte, levantándote por encima

     de la multitud, para posar entre la pureza, la inteligencia activa, el amor, la gloria,

     y la esperanza bien fundada de la resurrección.

     Te fuiste viva Mamá cuando en un equinoccio de otoño, el Señor tocó tu alma

     para colocarla donde descansan las madres buenas, puras y santas.

 

Te amo Mamá

Ricardo González Quiñones

 

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