Al cobijo del Limoncillo del parque
Por: el Arquitecto y Escritor Ricardo González Quiñones.
Hoy quise vestirme de poeta, no sin antes pedirle permiso a mi amigo Sergio Lantígua, pues su musa, sus versos, sus estrofas, son la verdadera poesía cargada de metáforas y sinonimias.
Sembrado hace más de cien años en la esquina sureste del parque, ha visto pasar generaciones de sabaneteros y foráneos. Soles veraniegos, lunas de octubre y estrellas en el firmamento.
Ahí, bajo el manto de su frondosa espesura, una noche de plenilunio, le declaré mi primer amor a una adolescente, con palabras balbuceantes, tartamudeando a veces, sudoroso y escaleno.
Ahí, nos sentábamos en las tardes otoñales. Estudiábamos para los exámenes cuatrimestrales del Liceo en los amaneceres de invierno, fríos y risueños. Cuántos recuerdos, cuántos anhelos.
Muchos de ustedes, amables lectores, hablaron de amor debajo de este árbol. Alguno de ustedes (los varones), se hicieron pipí en su tronco fuerte y protuberante.
La historia me cuenta que en principio daba frutos, pero que con el tiempo «se volvió macho«, «quizás como respuesta a las orinas que depositaban en su tronco«. Quiénes de ustedes, no esperó a que su enamorada saliera de la iglesia, debajo de este vetusto árbol. Y es que la puerta de nuestra iglesia estaba en la Gastón F. Deligne, antes de que se cometiera el adefesio de «dañarla«.
Quiénes de ustedes, no platicó con sus amigos en el banco con espaldar de granito que rezaba en su sentadera «Donado por Mateo Cepeda» y que estaba cobijado (el banco) por la sombra austera de nuestro invariable limoncillo?
Este limoncillo, hoy centenario, ha visto pasar muchas generaciones, muchos amores y muchas noches plenilunares.
BAJO SU SOMBRA
A la sombra de un frondoso limoncillo,
veía pasar mil muchachas adolescentes,
miradas traviesas, vienen y van con las gentes,
con amor ciego, te colgaban lazarillos.
La iglesia llena, con sus cánticos y alabanzas,
en la febril noche de un verano sabatino,
en mis adentros: hoy al amor le atino,
y de paso, aprendo a bailar sus danzas.(la de amor).
Hasta pronto, Dios querrá.
Ricardo González Quiñones
Sabanetero.
!! Cuánta nostalgia!! Uno de tus mejores escritos y, mira que han sido muchos. Después que dejó de parir sus frutos, entonces parÃa panales de avispas. Un abrazo Ricardo.
Mi respetado amigo por conocer Ricardo: Después de escanciar con la avidéz de un deshidratado tu erudito artÃculo – los que por lo general están saturados de filantropÃas pospretéritas alegóricas a nuestra oriundez – quiero expresarte que me h
Ricardito: todos recordamos ese arbol, pero tambien recordamos la bella iglesia. Que lastima que personas con desconocimiento total de arquitectura, aniquilaran tan bonita estructura para construir lo que hoy es el adefesio llamado Iglesia de Sabane
Gracias Nito por el halago, en verdad, lo escribà con la nostalgia a flor de piel.
Sergio, para este humilde amigo suyo, tú sintetizas la poesÃa y la pluma más inteligente de nuestro pueblo. TodavÃa no salgo del asombro al leer cómo teniendo p
No puedo creer que fuera arquitecto! Y en que «entelequia» estudio ese animal?
La primera vez que volvi a SR en muchos anos lo primero que hice fue ir al Parque y cuando mire hacia donde estaba la iglesia, lagrimas rodaron por mi cara al ver el dano historico y arquitectonico que se habia hecho en contra de una de las iglesias
Mi dilecto hermano por conocer Ricardo: No podÃa otorgarte mi mutismo por el caritativo comentario – en reciprosidad, deseo expresarte que el privilegio es mio por catalogarnos como tu amigo y que la humildad de este servidor no le faculta aceptar