El actor de “Hombres de negro” tiene un carácter seco y cortante. Confronta, sin concesiones, con periodistas, colegas y hasta familiares. Sin embargo, es difícil encasillarlo: su personalidad no encaja en estereotipos. Estudió filología inglesa en Harvard; ama la literatura, los caballos y el polo. Tiene ranchos en Texas, el lugar en donde nació, y una casa de campo en Buenos Aires. Hoy cumple 77 años
Por: Miguel Frías
“No participo en nada que no pueda dominar”, declaró alguna vez Tommy Lee Jones. La frase concuerda con los testimonios atribulados de periodistas que lo entrevistaron. En la nota “Sobreviviendo a Tommy Lee Jones”, para The Atlanta Journal, la cronista Jennifer Brett escribió: “Investigo a la gente antes de entrevistarla y me alegra y me entristece haber estudiado al Sr. Jones con antelación. Sabía qué no decirle, pero estuve a punto de provocarme una úlcera”. Jones estaba por estrenar la película “The Homesman”, con dirección, guión y protagónico suyos: ni siquiera el interés lo hizo ser amable. Para resguardarse de su estilo seco y cortante, carente de demagogia y de diplomacia, Bett releyó la nota titulada “Tommy Lee Jones no está actuando”, publicada por el semanario Texas Weekly en 2006.
El autor del artículo narraba en presente cómo lo había recibido Jones: “No se levanta para darme la mano. No sonríe. Sólo me mira. Me dice: ‘¿Qué querés preguntarme?’. Tommy Lee Jones no duda en interrumpir las entrevistas si las preguntas le parecen demasiado personales o particularmente tontas. Además, rechaza responder comentarios que no estén formulados como preguntas. ‘Me siento más confortable respondiendo preguntas que siendo instruido sobre qué tengo que decir’, dice”. Un tipo bravo, ¿verdad? Encima, el periodista de Texas Weekly, acaso por la tensión, abrió con una pregunta infortunada e irremontable como una mala apertura en ajedrez: ¿Cómo se siente tener éxito? “Nunca pensé en eso -le respondió Jones- Tal vez al llegar a mi casa debería sentarme, acomodarme y ponerme a pensar qué se siente al tener éxito. Pero en general pienso en otras cuestiones”. Jaque mate.
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Antes de que le tomen odio a Jones, y sin sumarnos a ramplonas quejas corporativas, digamos, primero, que es un actor enorme, un hombre culto, un tipo con determinación política y un realizador exquisito. ¿Eso mitiga sus malos modales? No. Salvo que no se trate de malos modales. O no solamente de malos modales, sino de rasgos tan ásperos como auténticos. Richard Andrew Jones, actor de “Los tres entierros de Melquíades Estrada”, película que Tommy Lee dirigió y protagonizó, y con la que ganó los premios a la interpretación masculina y al guión en el Festival de Cannes, dio su punto de vista: “Hay que pensar que Tommy tiene mucho de vaquero. Como buen vaquero, desconfía de la gente que no conoce. Su naturaleza estoica, hierática, el humor seco y la honestidad brutal están más relacionados con su origen de texano taciturno que de una tendencia a la hostilidad”.
La impostación pochoclera hollywoodense -evidente en entrevistas y ruedas de prensa carentes de sustancia- no es, entonces, el fuerte de este cowboy nacido en San Saba, Texas, el 15 de septiembre de 1946. Un cowboy peculiar, un cowboy que estudió en Harvard, donde jugó fútbol americano de alto nivel, hizo talleres de teatro y se graduó -con honores, en 1969- en Filología Inglesa, con una tesis sobre la mecánica del catolicismo en la obra de Flannery O’ Connor. Cierta vez, para explorar ese costado intelectual de Jones, un entrevistador le pidió que explicara qué tipo de inglés estudiaba en Harvard. “El mismo que estamos usando ahora”, le contestó el actor. La siguiente pregunta -acaso maliciosa- se centró en la gran cantidad de personajes villanos que le había tocado intepretar. “Encuentro a este tema un poco estúpido”, respondió Jones, que en su vasta filmografía encarnó a personajes de raíz ficcional y a otros históricos, como el magnate Howard Hughes, el congresista Thaddeus Stevens, el asesino Gary Gilmore y el general Douglas MacArthur.
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Enemigos íntimos
¿Les sigue cayendo mal Tommy Lee? Aclaremos que al menos es ecuánime: su hostilidad no se limita a los periodistas, abarca también a colegas suyos. ¿Será cierto que la grandeza de un hombre se mide por la talla de sus enemigos? ¿Qué opinan de Jim Carrey, actor al que Jones detesta? No hablamos de un simple encono sino de un odio irreductible, comparable con el que se profesaban el realizador alemán Werner Herzog y Klaus Kinski, su actor fetiche, al que Herzog quiso matar -no hablamos de una sensación sino de un plan real que estuvo a punto de ejecutar- durante el rodaje de “Aguirrre, la ira de Dios” en el Amazonas. El conflicto entre Jones y Carrey, una escalada violenta sin retorno, nació cuando compartieron el rodaje de “Batman Forever”, interpretado por Val Kilmer.
No contamos con la versión de Jones, desde luego, pero sí con la del actor de “Tonto y retonto”. “Yo era la estrella y ese era el problema -explicó Carrey-. Sin embargo, él es un actor fenomenal. Entré a un restaurante y un camarero me dijo: ‘Escuché que estás trabajando con Tommy Lee Jones. Está allá cenando’. Me acerqué y lo saludé: ‘Hola, Tommy, ¿cómo estás?’. La cara se le puso roja de ira. Se levantó temblando de odio. Debía estar en medio de la fantasía de matarme o algo así. Me dijo: ‘Te odio. Realmente no me gustas’. Le pregunté cuál era el problema: ‘No puedo aprobar tu bufonería’, me contestó”. El episodio ocurrió a mediados de los 90. Carrey era una estrella de comedias en las que hacía de bobo. Jones venía de ganar un Oscar al actor de reparto por su papel en “El fugitivo”. La prensa difundió que el papel de Carrey en “Batman Forever”, El Acertijo, tenía más peso que el de Jones, el villano Dos Caras, y que el actor texano aspiraba a hacer de El Acertijo y no resistía su segundo plano. La argumentación suena, en principio, débil o insuficiente. Pero Jones guardó un hosco silencio.
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Joel Schumacher, director de la película, tomó partido: “Tommy es, y lo digo con gran respeto, un ‘ladrón de escenas’, el que se destaca. Y bueno, no podés robarle la escena a Jim Carrey. Tommy no fue para nada amable con él. No actuó con Jim como le hubiera correspondido hacerlo a un ganador de un Oscar, con una estrella en el piso de Sunset Boulevard, el miembro del elenco de mayor edad, con una carrera tan distinguida y elogiada. Igual, lo que pasó en el set de rodaje queda en el set de rodaje”. Varios colegas de Jones, desde Josh Brolin, que trabajó con él en “Sin lugar para los débiles” (No Country for Old Men), de los hermanos Coen, hasta Sally Field, reconocieron el mal carácter de Tommy Lee aunque resaltaron que jamás intentara “gustar ni ser políticamente correcto”.
A propósito de “Sin lugar para los débiles”: Tommy Lee Jones es un devoto de la literatura de Cormac McCarthy, autor de la novela, cuya prosa es tan seca y directa como él. “En mi opinión, Cormac McCarthy es el mayor estilista de prosa estadounidense vivo”, dijo el actor en una entrevista de The Telegraph en la que no se molestó, cuando McCarthy aún estaba vivo (murió el 13 de junio de este año, a los 89 años).
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El modelo Clint
Para los que rastrean la personalidad y el carácter de los individuos en la infancia, señalemos, escuetamente, que el rudo Tommy Lee Jones se crió en un ambiente rural texano. Su madre, Lucie Marie Scott era una mujer ecléctica: policía, maestra y dueña de un salón de belleza; su padre, Clyde C. Jones, trabajador en un campo petrolero. Tommy, después de su paso por Harvard, en donde fue compañero de cuarto de Al Gore -futuro vicepresidente de Bill Clinton entre 1993 y 2001-, debutó co