Pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra

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Pascual Ortíz - Comunicador

Santiago Rodríguez, y el paraíso destruido.

POR PASCUAL ORTIZ – Comunicador. Reside en Santiago Rodríguez.

El Dios de la vida, creadora de todo. Pudo en este pedazo de tierra. Agua, vegetación, especies, animales, peces y ser humano.

El agua fluía desparramada como vida hacia sus cauces naturales.

Las floras diversas, encantaba todo el esplendor del verdor de los árboles y cantar de las aves. Habilitan un ambiente de agradable estancia, el pequeño paraíso en la zona.

No pasaron muchos años y llegó un animal destructor a la zona, al pequeño paraíso.

¡El ser humano!

La vegetación disminuyó, las aves emigraron. Todas las especies, que habitaban el paraíso o murieron asesinada, asfixiada, otras se salvaron porque se fueron a otro lugar.

Los ríos se convirtiendo en pequeños caudales, las cañadas desaparecían poco a poco. Sólo se escuchan algunas aves y el pun pun de un pilón. Majan café, es de algún campesino; que se niegan dejar su hábitat y se resisten partir.

Hay ruido incómodo, de muerte. Motocierra, equipo con máquina que cortan de un tajo los pinos, los árboles que quedan. Y salen y entran camiones con gomas de garras fuertes. Que suben vacío y bajan cargados con los trozos de árboles semi muerto.

Hay carretera, habilitada hoy, asfaltadas. Energía eléctrica. Se llenan de grandes monstruo la zona. Ya no hay grandes extensiones de bosques l, sino estructura de concreto, que sobresalen y se confunde la zona de nacimientos de ríos y hábitat de especies, en una inhabitable zona de vida.

Ha muerto la sierra, es hoy estructura de muerte. De extraña transacciones, de monstruosas inversiones, de incalculables costos.

Y sus gentes, ha tenido que emigrar. Ya no pueden sostenerse en la gran urbe serrana. Que se construye con grandes personalidades. Senadores, diputados, regidores, comerciantes, extranjeros y locales. Que han venido de los pueblos, de aquí y de allá; leeejo. Dicen ser inversionistas de la sierra. Ecologistas de estructura de cemento.

El paraíso está moribundo. Allá. Abajo en los pueblitos, de San Ignacio de Sabaneta, Monción y Villa Los almácigos. Miran pa’ arriba. Pidiendo a Dios el agua lluvia y así llenar tanque, estanques, tinacos, galones, laticas… Y así tener agua. Porque los ríos se han quedado estancado en la sierra. Los nuevos propietarios han serrados sus cauces. Solo ellos gozarán del pequeños chorrito que tienen…

Abajo, hay síndico. Senador, diputados, regidores y representantes del gobierno. Oficinas gubernamentales, y de medio ambiente.

Algo extraño sucede. No se saben dónde viven, donde están. ¡Se han perdido!

Dicen que aparecen mensual. Cobran y cada siento tiempo saludan y se ven. Es que según se escucha, viven allá arriba, arriba de las cabezas de las gentes. Que por ello el pueblo responde a su llamado cada cuatro años. Y ejercen su derecho, cada cuatro año. Y otros cuatro años, volverán a saludarle y mostrarle cuanto los cuidan…

Había un paraíso, que hoy está lleno de gentes, que parecen seré humanos. Andan y se ven y no se conocen. Deambulan, sin agua, sin vida…

¿Dónde está el paraíso perdido?

¡Yo no lo puedo ver!

¿Dónde está el paraíso?

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