La realidad como espectáculo
Por Arismendy Rodríguez
(Profesor de Derecho Político y Constitucional, UAPA)
La sociedad en la que nos ha tocado vivir parece girar cada vez con mayor fuerza en torno a lo banal y frívolo. Vivimos envueltos en una superficialidad que da grima y que se refleja en todo el espectro de nuestro accionar: personal, familiar, académico…
Muchos estudiosos de la cultura de masa, cientistas sociales, profesionales de la conducta, filósofos e intelectuales han tratado ya de ofrecer las coordenadas, explicar o brindarnos una radiografía que permita dar un poco de coherencia a la caótica banalización cultural que aparece como la punta de lanza o el síntoma de una sociedad que se torna enferma.
Al hombre y a la mujer de nuestros tiempos le atrae todo, pero sin profundizar en nada o casi nada. Enrique Rojas trató de resumirlo en la figura del «hombre linght», como aquel individuo preso del relativismo, hedonista, consumista, sin horizonte ni objetivos. Vargas Llosa, con su ensayo «La civilización del espectáculo», nos introdujo y da cuenta de un panorama mucho más sombrío, donde: el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal… desembocando en irremediablemente en la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en el campo de la información, que prolifera el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo.
En días pasados quedamos atónitos cuando compatriotas nuestros anunciaron vía Facebook que se suicidarían y así lo hicieron. Un joven mexicano, Alexis Omar Balderrama, antes de dispararse un tiro fulminante colgó en su muro de facebook: «Ya no puedo más amigos me rindo cuídense mucho sobre todo mi familia k la amo perdóneme ama y mi hijo». Este mensaje fue el último del joven el mismo día de su cumpleaños 23 y lo peor es que 12 de sus «amigos» en la red social respondieron a su agónico mensaje con un «me gusta». No se sabe qué resulta más brutal, si el desdichado anuncio o la insensata indiferencia.
En su libro El acoso de las fantasías (1997) el controvertido filósofo Slavoj Zizek explica que los medios audiovisuales pueden emborronar nuestra percepción de la realidad. Pero también creo que nos están colocando de frente, con claridad meridiana, lo que somos capaces de hacer, el monstruo que llevamos dentro.
Existen momentos en la historia personal y colectiva donde es preciso detenerse y pensar: ¿Hacia dónde voy/vamos? ¿Por esta pendiente, cuál será el desenlace?…
El desenlace parece apresurarse y se torna desalentador, mientras tanto, nos queda hacer un esfuerzo de reivindicación que coloque un poco de orden al alocado galope de una civilización capaz de celebrar sin sonrojo su propia autodestrucción. La suerte está echada!!
Irrefutable artÃculo, compañero. Agrégale a todo lo Light la cultura del “Yoismoâ€. Lo que más me preocupa es el que inadvertidamente esto se vaya convirtiendo en la “hecatombe†humana y social. Siento que se está provocando un cambio en