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La paradisíaca vida de Victoria y Cristina Iglesias de vuelta en Miami y Punta Cana: sol, perros y conciertos familiares en el salón de casa

Las hijas de Julio Iglesias han dejado la villa de Ojén y se han reencontrado con su hermano mayor Michael, que vive en Indian Creek.

POR: NURIA HERNÁNDEZ

Cuando en España sólo hablamos de temperaturas gélidas y nevadas históricas, al otro lado del charco, las hijas gemelas de Julio Iglesias (77) y Miranda Rijnsburger (55) nos ponen los dientes largos con increíbles instantáneas al borde del mar, paseando por playas paradisíacas y, en definitiva, disfrutando de un eterno verano en República Dominicana. Victoria y Cristina Iglesias, de 19 años, llevaban instaladas en la casa que tiene su padre en Ojén (Málaga) desde el pasado verano.

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Primero estuvo con ellas su madre, pero hace unos meses las abandonó para regresar a Punta Cana junto al artista, que este año ha decidido no veranear en España debido a la pandemia. En Málaga, las jóvenes llevaron una vida de lo más discreta haciendo caso a las autoridades sanitarias y reduciendo al máximo sus salidas. Apenas las pudimos ver cenando junto a su madre y algunas amigas íntimas como Azahara Margón o la estilista Ana Antic en el resort de lujo Finca Cortesín, que cuenta con el restaurante-terraza El jardín de Lutz, galardonado con un Sol en la Guía Repsol en 2017 y que está capitaneado por el chef alemán Lutz Bösing, que pasó por prestigiosos fogones como el Flanigan de Mallorca (uno de los favoritos del rey Juan Carlos) o el Hostal de la Gavina de Gerona.

Eso sí, en Ojén, Victoria y Cristina disfrutaron de su piscina infinita, del maravilloso jardín con vistas al mar de la villa, de caminatas por el monte y han podido montar a caballo a diario, una de sus aficiones heredadas de su madre, y que en la casa de su padre hay cuadras para sus ejemplares equinos. Además, las vimos cocinar platos con productos ecológicos recolectados de su propia huerta.

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Vecinas de Ivanka Trump

Tras su estancia en la localidad malagueña, las jóvenes pusieron rumbo a Estados Unidos hace casi un mes en un avión privado (así lo mostraron ellas en Instagram) y pasaron unos días en la mansión de Julio en Indian Creek, en Miami Beach. La pequeña isla privada bañada por las aguas de Biscayne Bay, que solo tiene 34 viviendas, es conocida coloquialmente como el búnker de los millonarios por los ricos y famosos que viven allí (además del cantante, allí tienen casa la supermodelo Adriana Lima o el ex entrenador de los Miami Dolphins de la NFL, Don Shula) y se trata de uno de los complejos más exclusivos y protegidos del mundo. Precisamente, la privacidad que ofrece a sus vecinos es uno de sus grandes atractivos y para ello cuenta con un cuerpo policial propio así como con una patrulla marina armada que vigila las aguas que rodean la isla las 24 horas del día.

Hace unas semanas, Page Six publicaba que la hija de Donald Trump, Ivanka, y su marido, Jared Kushner, habían comprado a Julio Iglesias una parcela de más de 7.000 metros cuadrados con un embarcadero privado por unos 24,5 millones de euros para poder estar más cerca del ex presidente de los Estados Unidos, que desde este miércoles ya se ha instalado en su mansión de Mar-a-Lago después de abandonar la Casa Blanca.

Un pequeño zoo en casa

En Indian Creek, Victoria y Cristina han podido disfrutar del buen tiempo y, sobre todo, de la compañía de sus perros, su gran pasión junto con los caballos. De hecho, cuentan con un perfil en Instragram (@iglesiaszoo )en el que nos desvelan algunos secretos de su vida y narran las aventuras diarias junto a los canes, a los que adoptaron en diferentes refugios de Málaga hace ya tres años. En 2017, las jóvenes visitaron el Parque Zoosanitario y se llevaron a casa a tres perras que llevaban más de medio año en el refugio: Chantal, una pequeña podenca marrón; Chata, de raza braco alemán, y Cora.

Con Luke, Leila, Rocky (los tres perros con los que han estado viviendo estos meses en la finca familiar Cuatro Lunas de Ojén) y algunos ejemplares caninos más (también tienen varios gatos adoptados en casa), las gemelas pasan los días paseando al lado del mar, corriendo por el campo para que los perros estén en forma y viendo películas en el sofá junto a sus hermanos Guillermo, el pequeño de la familia de 13 años, y Michael, que también están con ellas.

https://www.instagram.com/p/CIQc-qjHtXN/?utm_source=ig_embed

Conciertos de piano a cargo de su hermano

Michael (o Miguel), que cumplió 23 años el pasado mes de septiembre, trabaja como asesor inmobiliario en la agencia de casas de lujo ONE Sotheby’s International Realty en Miami y ha heredado el gusto por la música de su padre. El joven deleita a sus hermanas con miniconciertos de piano cada tarde y ellas no dudan en presumir de hermano mayor y artista en sus redes sociales. Con 18 años, el joven, que se llama así en homenaje al concejal del PP Miguel Ángel Blanco, asesinado por la banda terrorista ETA el mismo año de su nacimiento, ya tenía claro que lo suyo iba a ser el mundo de los negocios. Además, durante varios años ha estado ayudando a su hermano Rodrigo (21) a producir música, ya que el segundo hijo de Miranda y Julio quiere ser artista como su padre. Desde el año pasado, Michael está de nuevo soltero tras romper su relación con Danielle Obolevitch.

De Miami a Punta Cana

Después de unos días en Miami, las gemelas, que han aplazados sus estudios de moda durante unos meses por culpa de la crisis sanitaria del coronavirus, han viajado a Punta Cana para poder estar con su padre, al que hacía más de cuatro meses que no veían. Julio lleva en su mansión dominicana desde que comenzó la pandemia y en verano se publicaban unas imágenes suyas en la playa teniendo que ser ayudado por dos jóvenes. El propio cantante tranquilizaba a sus seguidores asegurando que había sufrido un accidente doméstico pero que se encontraba bien de salud. “Estoy escondido al ser una persona de alto riesgo. Me tengo que cuidar y estoy rodeado de las personas de más confianza para cuidarme. Tengo pánico al Covid-19”, contaba el cantante a Carlos Herrera.

En la casa de Los Corales en Bávaro, las jóvenes siguen con su eterno verano entre palmeras y aguas cristalinas. Para ellas no existe el invierno y viven en traje de baño aprovechando cada rayo de sol junto al mar al lado de su familia y sus perros, que también las han acompañado. “Tengo el mar, que es mi aliado en la soledad que estoy pasando. Me refresca la cabeza y pienso en mi privilegio ante la situación de otras personas”, comentaba Julio dando a entender lo mucho que echaba de menos la compañía de su mujer, Miranda, y de sus hijos. Ahora, con todas las precauciones, Cristina y Victoria han podido reunirse de nuevo con su padre y seguro que le han dado una buena inyección de energía gracias a su jovialidad y simpatía.

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