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La mujer dominicana, desafíos y perjuicios en la sociedad del siglo XXI

Por: Willian Y. Estévez Peralta.
La República dominicana, en el presente siglo, ha logrado valiosas conquistas en favor de la mujer, las mismas van desde el plano social y económico hasta el político e institucional. Por ejemplo, es bien sabido que hay más mujeres que hombres matriculadas en las universidades del país, del mismo modo las mujeres se han ido destacando en el ámbito empresarial; en el plano político existe una participación considerable de mujeres en cargos electivos, así como en las instituciones públicas.

Sin embargo, es necesario destacar al margen de estos logros, que falta mucho espacio por conquistar en aras de catapultar a la mujer al nivel que merece, tomando en cuenta el potencial que posee como ser humano integro, capaz, inteligente, entre otras cualidades.

Lamentablemente, la sociedad postmoderna en la que vivimos propicia unos antivalores, estereotipos y tendencias sociales que desvirtúan el papel de la mujer en favor de su crecimiento, dignidad e identidad como persona. Producto de ello, muchas veces la misma mujer actúa como verdugo de sí misma al permanecer sumisa, pasiva y acrítica aceptando todo o gran parte de las cosas nocivas que el sistema imperante promueve ante una sociedad cada vez más cosificada, por lo que es imperativo que la mujer, al igual que el hombre, adquiera las herramientas necesarias para construir una sociedad más justa y equitativa, donde exista la tolerancia y el respeto mutuo. En los siguientes párrafos abordaremos los retos, desafíos y perjuicios que enfrenta la mujer dominicana del siglo XXI.

Uno de los males que más afectan a nuestras féminas es el embarazo a temprana edad, o dicho de otro modo, el embarazo en adolescentes. Según el estudio “Vivencias y relatos sobre el embarazo en adolescentes: Una aproximación a los factores culturales, sociales y emocionales”, América Latina y el Caribe es la región que reporta más adolescentes embarazadas, después de África Subsahariana. Una tercera parte de los embarazos en América Latina corresponde a menores de 18 años, y casi un 20 por ciento de estas niñas tienen menos de 15 años, según el referido estudio. Nuestro país, República Dominicana, ocupa el quinto lugar en adolescentes embarazadas, según el informe “El embarazo en adolescentes en R. Dominicana: Tendencias observadas a partir de las Encuestas Demográficas y de Salud», presentado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y por la organización local Profamilia. Esta situación es alarmante, pues está demostrado que el embarazo a temprana edad no es favorable para la salud física, psíquica y emocional de las niñas; tiende a truncarles la vida, pues no les permite disfrutar la etapa de la niñez y adolescencia, además esta condición suele empujarlas a abandonar los estudios, condenándolas a la ignorancia, marginalidad y dependencia. En adición a lo anterior debemos señalar que estas jovencitas no están preparadas para encarar el rol de madres, esposas y amas de casas.

Por otro lado, en nuestro país está aconteciendo un fenómeno sociocultural mediante el cual la mujer se destruye y banaliza como persona en detrimento de su propio género, al convertirse de manera sutil en una especie de prostituta, con el objetivo de sufragar gastos de belleza, vestimentas caras, dispositivos móviles y otras frivolidades. Nos referimos a aquellas mujeres que el argot popular define como “chapeadoras,” por el interés que manifiestan en quitarles dinero a los hombres a cambio de compañía y favores sexuales. La psicóloga dominicana Mary Ann, doctorada en la Universidad Alcalá de Henares, la describe de la siguiente manera: “Una persona con baja autoestima, dependiente del dinero, posee una marcada inmadurez emocional, nivel educacional muy bajo, es un reflejo de la cultura patriarcal y machista, lo que permite reforzar este fenómeno”. Estas mujeres suelen tener una visión muy pesimista del futuro, carecen de perspectivas, y como bien señala Mary Ann poseen una baja formación académica e inestabilidad emocional, lo que las conlleva a llenar este vacío con el lujo ostentoso, la diversión desenfrenada, sin ánimo de medir las consecuencias. Esta tendencia hacia lo superficial hace que los hombres tengamos un concepto desvirtuado de la mujer, lo que perjudica el bienestar de las relaciones interpersonales entre ambos sexos.

La cosificación de la mujer a través de la publicidad en los medios de comunicación es otra tendencia en boga en la sociedad consumista que promueve el modelo socioeconómico imperante en estos tiempos de globalización y neoliberalismo. La publicidad excita los sentidos y las pasiones del consumidor, crea modelos y patrones de conductas en este y, de manera obscena y degradante utiliza el cuerpo femenino para promover productos que muchas veces no tienen que ver con los intereses de las mujeres: llantas, automóviles, agroquímicos, fertilizantes, artículos ferreteros, entre otros. Mediante esta cosificación publicitaria la mujer es sometida a un tipo de violencia simbólica que suele pasar desapercibida, pero que pervierte la imagen de la mujer, reduciéndola a simple objeto sexual para satisfacer el morbo de otras personas, generalmente los hombres. En este caso, las cualidades intelectuales y personales de las mujeres son ignoradas o relegadas a un tercer plano. En ese mismo tenor es necesario destacar que las industrias publicitarias y el marketing explotan la vanidad del ser humano, sobre todo de la mujer, a quien socialmente se le demanda estar en forma, esbelta, con una piel lozana, vestir elegante y tener el pelo espléndidamente arreglado. Según la psicóloga, Cristina Wood, experta en estrés y ansiedad, “muchas mujeres valoran su autoestima personal, su valía, exclusivamente por su físico y eso no es bueno”. Debemos destacar que las mujeres están gastando mucho dinero en cosméticos de belleza, ropa, gimnasio, pero también en cirugías plásticas por las que muchas veces acarrean problemas de salud o peor aún: la muerte. Si bien es cierto que hay que cuidar el exterior, es decir, lo corporal, no es menos cierto que la mujer, en este caso, debe cuidar su interior, aceptarse y sentirse bien con ella misma para vivir psicológica y emocionalmente más saludable.

Por otra parte, el uso desmedido de las redes sociales se ha convertido en una práctica que perjudica el crecimiento y potencial humano, sobre todo en el ámbito femenino. Los expertos en redes sociales aseguran que las mujeres utilizan las redes sociales en mayor proporción que los hombres, una infografía muestra que el 71 por ciento de las féminas está en las redes sociales, contra el 62 por ciento de los varones. A menudo las jovencitas recurren a subir fotos exponiendo su cuerpo a cambio de unos cuantos Me gusta (Like) o comentarios sobre su belleza, por lo que muchas veces reciben como respuesta expresiones obscenas y burlas groseras, que tienden a lesionar su autoestima. Es muy importante estar actualizada/o a través del uso de las redes, pero también es menester cuidarse, pues las redes sociales se convierten en un peligro que atenta contra la seguridad, la privacidad y la dignidad de las mujeres. Por ejemplo, al colocar fotos provocativas y entrar en contacto con desconocidos las féminas se arriesgan a relacionarse con estafadores, pederastas, violadores e incluso proxenetas que al agregarlas tienen acceso a fotos y datos personales. En ese sentido las mujeres corren el riesgo de convertirse en víctimas de abuso y vejaciones sexuales. Además de lo anteriormente señalado es necesario destacar que el excesivo uso de las redes sociales roba tiempo de compartir con la familia, leer, cultivarse, disfrutar de la naturaleza o hacer ejercicios sanos.

En estos días en los que la moral y la pulcritud son consideradas como necedades del pasado, ha surgido una novedad que al igual que lo expresado en el párrafo anterior pervierte y vulnera la imagen de la mujer, es una práctica sexual grotesca, descabellada y patológica, se trata de grabar las relaciones sexuales para subirlas en las redes sociales o en otros medios. En un país de arraigada actitud machista, la mujer es sujeto de ultraje, burlas e injurias provenientes hasta de sus mismas congéneres al enterarse de la presencia de una de ellas en un video de contenido sexual, mientras el hombre es galardonado como un campeón en las lides amatorias. Es imperioso que las mujeres tomen cartas en el asunto, pues ellas tienen el control de decidir qué hacer y qué no hacer en pro de una relación sexual más sana tanto física, como psicológica y emocional. Otro tema de igual repercusión que este, es la música degradante a la que están expuestos nuestros jóvenes por el bombardeo mediático y la acogida que ellos les dan a estos ritmos, sobre todo el reggaetón. Esta música expone en sus letras una visión objetivada o cosificada de la mujer; tanto en las letras como en el baile, las mujeres aparecen como elementos que otorgan placer al hombre, no como personas con valores y ética. Se deja de lado la dignidad, mostrando solo las cualidades físicas-sexuales en detrimento de las intelectuales y espirituales. Este ritmo muestra un estereotipo de mujer, el cual contribuye a que, por un lado, los hombres busquen mujeres con estas características, y por otro lado que muchas mujeres se preocupen cada vez más solo por su físico y por encajar en ese tipo de sociedad. Lo más penoso del asunto es que las mujeres, sobre todo las más jóvenes, disfrutan y defienden la permanencia de esta “música chatarra”, que las cosifica y degrada en lo más mínimo de su ser.

Ante esta retahíla de tendencias nocivas que venimos presentando en este trabajo, urge la necesidad de una educación de calidad, integral, cargada de valores, que importantice la educación sexual con el propósito de educar en base a la conciencia de género. Una educación que posibilite las condiciones para un cambio de perspectiva con respecto a la mujer y, sobre todo que esta última se empodere del rol social que le compete ante una sociedad que las vulnera y trata como una marioneta. Que considere y explote el potencial intelectual, espiritual y de liderazgo que posee para triunfar en lo que se proponga. Debemos promover la búsqueda de mecanismos para que entre hombre y mujer se establezcan relaciones basadas en el respeto mutuo, la reciprocidad, la tolerancia y el reconocimiento de las diferencias. Solo así podremos construir la sociedad que merecemos.

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4 COMENTARIOS

  1. Congratulaciones!
    Ese es un trabajo bien hecho. Te felicito.
    Y felicito a Juan Pablo por contar con tan buen articulista
    en su periódico.

  2. William, permiteme felicitarte por tan prolijo articulo; sencillamente sin desperdicio. felicidades y siga adelante…

    Gracias a Sabanetasr por darle oportunidad a buenos relevos..

  3. Felicidades Willian, buena ponencia y gracias por comenzar a escribir artículos en este diario sabanetero.
    Adelante amigo. Felicidades
    Ricardo

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