Por: Eri Guzmán.
Humanamente hablando, ya no como ciudadana, sino como un ente sensible y capaz de ver el sentido común y la lógica, me atrevo a externar que la gente que tenga preferencias sexuales distintas y alzan su voz para exigir el respeto, entre otros de sus derechos por el simple hecho de ser personas, pues esta condición les adjudica dignidad innata, es una acción que está totalmente aceptable.
La verdad no tiene razón de ser que un individuo que tenga inclinaciones o gustos distintos a los de muchos, se tenga que rezagar o que la sociedad lo catalogue inferior, simplemente a esa mujer u hombre se le debe respetar su vida privada, la cual no les impide tener talentos, hacer bien su trabajo ni tener un comportamiento intachable.
El respeto al derecho ajeno es la paz!
Este cliché esta ávido de llevarse a la práctica y dejar de lado esas fobias que nos llevan al abismo de la discriminación.
¡Hay que ser y dejar ser! y si tienen problemas con Dios, eso es asunto de ellos y de nadie más!!
Esto lo traigo a colación porque he percibido en los diarios, que estas comunidades de personas, cada vez hacen más notorio su llamado a la inclusión social y política. Pero me parece injusto que en pleno siglo veintiuno se estén negando las oportunidades por ser diferente!!
No hago este tipo de comentarios por algún interés personal, sino por mis criterios humanistas. Pues estas exclusiones se parecen al racismo.