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El éxito de la educación depende del hogar

POR: TONITO NÚÑEZ – Educador. Reside en Santiago Rodríguez.

Es frecuente escuchar por doquier que la educación va por mal camino, y esto se ve en República Dominicana, pero ya es un tema global. Pero, si reflexionamos sobre los factores que provocan que los estudiantes cada vez más aprendan menos, entonces hay que analizar varias causas.

Una de las causas por las que los estudiantes no aprenden es porque no ponen atención, en la mayoría de los casos. Nunca aprende quien no quiere aprender. Ahora bien, ¿Qué hace que un estudiante no quiera poner atención a su profesor o a las clases?  Simplemente porque al no poner atención, éste no ve régimen de consecuencias en el hogar. La responsabilidad de las familias en la educación de sus hijos no puede ser dejada de lado.

¿Cómo puede un maestro enseñar en forma correcta a estudiantes que saben que el docente tiene la obligación de enseñar, pero que ha perdido por parte de la sociedad y de las familias la autoridad que requiere el ejercicio de su función? No es viable realizar una efectiva labor educativa si se carece de la autoridad para ejercerla y del apoyo familiar.

No es la escuela la que ha cambiado a la sociedad ni le ha impuesto estos nuevos estándares estrafalarios actuales. Es esa misma sociedad, con sus inventos y sus desviaciones conductuales la que ha permeado los niveles más diversos de los estamentos sociales y jurídicos para hacer de la labor educativa sea un ejercicio arriesgado.

Vivimos hablando de bajos niveles educativos, pero casi nadie repara en el hecho de que antes los estudiantes estudiaban lo suficiente en sus casas y nadie se atrevía a llegar a la escuela sin una tarea realizada, ya que encontraría de frente la autoridad del maestro, y una calificación en consonancia con su descuido, y luego esto tendría resultados en las familias, las cuales estaban estrechamente involucradas con la educación de sus hijos.

Hoy, en cambio, los menores son educados por los medios digitales, por las redes sociales llenas de antivalores, por familias descompuestas, por carencias de valores familiares, por ejemplos dañinos de padres y madres, por los llamados influyentes (influencers), que, en muchos de los casos, no son más que personajes depravados llenos de ansias de dinero fácil, pero sin un gramo de cerebro.

Si queremos en verdad que la educación mejore, debemos devolver la autoridad al maestro, involucrar a las familias a la educación de los hijos y comprometer a la sociedad con apoyar realmente la educación, llamando bueno a lo bueno y malo a lo que es malo.

(El autor es Licenciado en Educación)

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