Carta de un hijo a su madre

Sergio Lantigua trujilloPor: Sergio H. Lantígua
Para el reintegro de nuestra indocta injerencia a éste entorno retórico, después de una ausencia transitoria; hemos entresacado una historia extraordinaria que fortuitamente, encontrásemos, mientras navegábamos en el internet, hace unos días y que tocara los filamentos más susceptibles del sentimiento de éste humilde servidor.

Motivado a que hace un breve lapso de tiempo, nuestra hija mayor, sucumbiese a una prolongada enfermedad de cáncer en los huesos (leukemia), que es la genética de ésta maravillosa historia, donde una madre pierde a su hijo, víctima de una enfermedad analógica.
Después de haber cavilado extensamente, qué innovaciones, podíamos o debíamos inyectarle a nuestra acostumbrada trayectoria de escribir versos para éste incipiente 2013. Optamos, que para romper la rutina, debíamos involucrarnos en algunos temas con conceptismos introvertidos, desentendiéndonos adrede de sus posturas intimidantes y como en éste caso particularmente, argumentos salpicados de contenido social que toquen las fibras del alma de nuestros lectores.
Con éste propósito en la mollera, hemos querido encolar ésta historia tan genérica y que a tantos atañe por su gran sentido de humanismo y cito:
La madre, apenas podía contener sus ansias y lágrimas, sentada en la sala de espera de aquél hospital, tras una torturante expectación, inmersa en sus propias conjeturas, pués su hijo Jimmy, hacía horas que había sido llevado al quirófano para ser intervenido de vida o muerte. Dió un brinco, tan pronto vio salir al cirujano de la sala de operaciones, preguntándole ansiosamente: «Cómo está mi pequeño? Está bien? Cuando lo puedo ver? El cirujano, despojándose de la mascarilla, le dijo en tono grave: «Lo siento señora! Hicimos lo humanamente posible, pero no hubo manera de salvarlo». Sally, entre gemidos y sollozos compungidos, al borde del desmayo, murmuró: «Porqué a los niños les dá cáncer? Será que Dios no los cuida como a los demás! Dónde estabas Señor, cuando mi niño te necesitaba? Porqué no viniste a su lado en su auxilio?
El cirujano notablemente afectado por el estado anímico de la madre, le preguntó: «Le gustaría estar un breve tiempo a solas con su hijo? Una de las enfermeras, le conducirá a la habitación donde se encuentra antes de que sea conducido a la Universidad. Sally, acompañada de la enfermera se dirigió hacia donde yacía el cuerpo ya sin vida de su vástago, preguntándole a ésta, si podía quedarse con ella en la habitación, mientras le daba el postrímero adiós.
Postrada ante el cuerpecito inerte acariciándole la cabeza, cuasi ausente del abundante pelo rojizo que otrora, ondeara en su testa, como resultado de las quimioterapias recibidas. «Le gustaría preservar un poco de sus cabellos?» Preguntóle la enfermera. Sally, asintió. Esta, tomó una tijera, cortando un poco de los casi inexistentes cabellos, colocándolos en una bolsita plástica y se la entregó. La madre le dijo: «Fué una idea de Jimmy, donar su cuerpo a la Universidad para que fuese estudiado. El dijo: «Que así podría ayudar a otros». Primero, rehusé a la idea, pero Jimmy, insistió: «Mamá, no lo voy a necesitar más, cuando muera. Tal vez, pueda ayudar a otro niño a pasar otro día más con su madre! Mi Jimmy, tenía un corazón de oro. Siempre pensando en los demás, queriendo ayudar al prójimo, hasta lo último.
Sally, se encaminó hacia las afueras del hospital de niños por última vez, ya que se había pasado los últimos seis (6) meses a la diestra de su hijo. Al llegar al parqueo deonde estaba su automóvil, colocó las pertenencias de su hijo en el asiento del pasajero, lo que hizo más penoso el viaje de vuelta al hogar y mucho más difícil era tener que entrar a la casa vacía, porque se había divorciado de su padre, siendo Jimmy, su única compañía.
Entró a la casa, dirigiéndose directamente, hacia la que fuese la habitación de Jimmy, depositando la fundita con sus cabellos y la maleta con su ropa encima de la cama; comenzó, a colocar en orden los carritos conque jugaba en el hospital y demás juguetes esparcidos por el piso en los lugares donde él, acostumbraba colocarlos y a doblar su ropa en el gavetero. Luego, se trasladó hacia su habitación, dejándose caer flágidamente sobre la cama y abrazando su almohada, lloró desconsoladamente, quedándose dormida hasta la medianoche. Cuando despertó, encontró que habían dejado una carta a su lado.

La carta decía así:
Querida mamá:
Sé que me vas a extrañar, pero no pienses que yo te olvidaré, o dejaré de amarte, solo que no estaré físicamente alrededor tuyo para abrazarte y decirte «Te amo». Yo siempre te amaré cada día más. Algún día nos volveremos a encontrar. Mientras tanto, si quieres adopta otro niño, porque así no estarás tan sola, si lo haces, no me importaría. Créemelo!
El, podrá dormir en mi cuarto, usar mis viejos juguetes, dormir en mi cama, y usar mi ropa, ojalá te quiera tanto como yo te quiero, pero si decides que sea niña, probablemente, no le gustará jugar con juguetes que son de niños y tendrás que comprarle muñecas, ropa, cosas de niñas y hasta pintarle el cuarto de rosado. Tú sabes! Te pido, no estés triste pensando en mí. Este es un lugar, realmente, maravilloso. La abuela y el abuelo, me reconocieron, tan pronto llegué aquí y me mostraron todo el lugar, lo que tomará un largo tiempo para verlo todo.
Los ángeles, son extraordinariamente hermosos. Me encanta verles volar. Todo el mundo está felíz. Sabes? Jesús, no se parece a ninguna de las fotos que han pintado de él. Aún así, tan pronto le ví, lo reconocí. Sabía que era él! El mismo, me llevó a conocer a su Padre – nuestro Padre Celestial –papá Dios. Y sabes qué mamá? Me sentó en su regazo y habló conmigo y ahí fué, cuando le dije que quería escribirte una carta, como despedida y dejarte saber, lo bien que estoy aquí. Mamá, no lo vas a creer! Hasta me prestó su lápiz y papel para que la hiciera. Creo que el nombre del Arcángel que te la llevó es Gabriel.
Dios, me dijo que te contestara la pregunta que le hiciste, cuando acababas de recibir la noticia de mi muerte. «Preguntaste, donde estaba él cuando más yo le necesitaba?». Dios me dijo que te dijera: «Estaba a mi lado, como cuando su hijo Jesús, iba a ser crucificado».
De todos modos mamá, nadie más puede ver o leer lo que te he escrito, pués para otros, ésto es solo un pedazo de papel en blanco. Fantástico! Verdad? Excúsame! Pero tengo que devolverle su pluma al Señor, pués la necesita para escribir los nombres de los que llegaron detrás de mí en el Libro de la Vida. Esta noche fuí invitado a cenar con Jesús, espero que no sienten al Judas Iscariote a mi lado.
Ah! Olv idé decirte…Ya no siento ningún dolor. El cáncer aquí no existe, ni ninguna otra enfermedad. Estoy feliz, porque puedo correr -sin sentir ningún dolor en los huesos y así Diosito, no me vé angustiado y adolorido.
Por eso fué que El, envió al ángel de la Misericordia a rescatarme. Y lo de la carta, el Arcángel Gabriel, me dijo que haría una entrega personal, que no te enviara un correo electrónico.
Te quiere eternamente.-
Tu hijo Jimmy.

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10 comentarios

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