Por: Ricardo González Quiñones.
Por la ruta de un Yaguajay contaminado
Un grupo de politiqueros, “enrejonados” en tres franquicias políticas, surgidas algunas de espesuras con pasados funestos, y que solo sirven para activarse en tiempos de votaciones para engañar. Han trashumado este histórico municipio hacia el desorden, el descrecimiento, la criminalidad y el caos.
Cada una de estas tres franquicias, minadas de politiqueros, es la antítesis del desarrollo, del bienestar y la equidad. No nos sorprende, que al quizás no tener estadistas, solo piensen en las próximas votaciones y no en las próximas generaciones. Y aquí comienza este vía crucis.
Actuando como su comandante “no voy a tirar piedras para atrás”, sin un régimen de consecuencias, permiten que familias muy pobres, quizás paupérrimas, construyan casitas de madera y zinc en las riberas del río Yaguajay, en ambas laderas, desde El Tamarindo hasta Cambelén, pasando por La Joya.
No pueden prohibírselo, ni sacarlos, pues estos politiqueros “entienden” que necesitan los votos de estas humildes familias. Usted observa estos individuos, en tiempo de engaños, haciendo “mano a mano”, regalando cajitas de comida, moisés a las embarazadas y colchones a estos desamparados. Y cuando hay un temporal, son los primeros que llegan como “dioses” a auxiliarlos, no sabiendo que ellos son los responsables de estas contingencias. Y ese es el valor del voto de estos excluidos.
Luego los sueltan a la suerte, al azar, hasta que llegue otra inundación. Lo sacan a la fuerza, aunque pierdan lo único material que han conseguido en su pobre vida, “sus corotos”. Y es que las cosas intangibles, como sus sonrisas, su pudor, sus sueños y esperanzas, su valor ciudadano y su amor por la patria, fueron lanzadas aguas abajo, en una de esas crecidas del moribundo Yaguajay.
Si estos ciudadanos, que tienen la misma igualdad que los politiqueros, hubiesen tenido la oportunidad de vivir dignamente, no existiría la necesidad de sacarlos de esas macabras riberas de nuestro río, cuando vienen los temporales. Devuélvanle la esperanza, la fe, la dignidad y el orgullo de ser sabaneteros. Ah! y en la devuelta, devuélvanle lo que era de ellos, de todos. No permitan que más pobres se establezcan en esas zonas. Permítanles vivir en un lugar digno, donde las aguas y la pobreza no les inunden sus esperanzas.
No dejen que estas personas se sigan convirtiendo en ciegos que no “miran” para atrás. En corazones enfermos de latir, en ruidos de orfandad y pesadumbres sin ortografía.
Estoy seguro, que en nuestro terruño sobran ciudadanos con preparación, dignidad, decoro y experiencia, para sustituir eficazmente estos absurdos politiqueros, muchos de ellos “botelleros”, y de paso, arrojarlos al séptico de la historia. Siempre habrá una luz al final del túnel.
Hasta pronto, Dios querrá
Ricardo González Quiñones
Sabanetero
Ricardo González Quiñones, no tengo el placer de conocerle personalmente, pero lo felicito por la claridad en sus palabras, cosa que falta en las «Autoridades» de nuestro pueblo, Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede
1000×1000 de acuerdo con el arquitecto… estos politiqueros tienen a nuestra gente humilde, falta de educacion y oportunidades cegados por el hambre.. pobre gente
El desarrollo de un pueblo depende de aquellos hombres quienes conocen su historia y sus necesidades,….Los conocimiento de Ricardo poniéndolo al servicio gubernamental podrían veneficiar a un pueblo bueno….