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5 de Julio: Fecha de celebración y reto para la Democracia

Por: Sergio Reyes ll.

A partir de la caída del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina a manos de un decidido grupo de desafectos a su régimen, así como la ulterior entrega de las riendas del poder político por parte de la camarilla de familiares y segundones que intentaron mantener con vida al trujillato, la fecha del 5 de Julio comenzó a descollar como una de las efemérides de mayor importancia en la historia política de la República Dominicana.

Corría el año 1961 y habiendo transcurrido apenas un mes y unos días del ajusticiamiento del tirano se apersonó al país una comisión de dirigentes políticos que, en calidad de avanzada del Partido Revolucionario Dominicano – fundado en el exilio, en 1939- retornaban al país con la finalidad expresa de entregarse en cuerpo y alma a los trabajos en pro de la reinstauración de la Democracia, que había estado siendo pisoteada durante los más de 30 años de vigencia de la férrea dictadura.

Lo que dio en conocerse a partir de entonces como la Comisión de la Libertad y Avanzada de la Democracia estuvo encabezada por Ángel Miolán Reynoso, Nicolás Silfa y Ramón A. Castillo, dirigentes de gran prestigio e impecable historial en las acciones políticas y militares que habían venido encaminándose desde el exilio en aras del destronamiento del sanguinario régimen trujillista y el retorno de la democracia a la nación antillana.

El valor espartano exhibido por aquellos hombres, en momentos en que aún permanecía en el poder una rémora del sector más sanguinario del trujillato, solo se puede aquilatar con el paso de los años y el análisis objetivo de todo cuanto significó aquella funesta Era.

La Nación ha mantenido como un impecable simbolismo la conmemoración de aquel 5 de Julio como la fecha en que se dió inicio al retorno de la Democracia a la República Dominicana y, en ese tenor, el reconocimiento a los citados precursores así como a otros que secundaron su ejemplo constituye un deber que debe ser preservado en la conciencia ciudadana con afecto y veneración.

En estos tiempos de pandemia mundial, aprestos electorales y amagos de chanchullos politiqueros encaminados por personeros que ya no cuentan con la confianza ni el apoyo de quienes tienen el poder de decidir al momento de depositar su voto en las urnas, preocupa sobremanera que como parte de los reajustes de carácter obligado con motivo del arreciamiento en el país de la  epidemia del Coronavirus, se haya modificado la fecha original  de las elecciones presidenciales y congresuales, decidiéndose, en consecuencia, establecer su celebración en fecha 5 de julio del corriente año 2020.

Independientemente de la urgencia del momento y la premura de los plazos de que disponía el Tribunal Electoral, lo cierto es que dicha decisión ha dejado estupefactos y ha creado cierto malestar y desazón en determinados sectores de opinión de la sociedad dominicana.

Esto así porque, según arguyen, debió elegirse otra fecha en la que no se pusiera en riesgo la confianza y credibilidad en el imperio de la democracia en nuestro país.

Entre los sectores que han manifestado preocupación y resquemor ante la escogencia del 5 de julio para la celebración del certamen electoral resaltan los planteamientos de la Fundación Ángel Miolán 

-entidad que mantiene la vigencia de los postulados del principal adalid de la Avanzada de la Democracia-, a cuyos directivos les resultó chocante la decisión, por entender que no se tomó en consideración la relevancia de la fecha así como la hazaña, llevada a cabo por hombres y mujeres que a partir de esa gesta se lanzaron por los pueblos, caminos y ciudades de la Patria y arriesgaron sus vidas hasta lograr la expulsión de los remanentes de la tiranía y la celebración de unas elecciones democráticas que fueron ganadas ampliamente por el profesor Juan Bosch.

A su vez, ante la voracidad que ha puesto en evidencia la cúpula política y los funcionarios del partido de gobierno, en su afán de perpetuarse en el poder, algunos observadores políticos han expresado que, con el establecimiento definitivo del certamen electoral en la citada fecha, la Democracia dominicana será sometida a su más contundente prueba, en los últimos años: un reto en el que, por un lado, ha de verse zarandeada por intereses mezquinos que medran a la sombra en busca de mantener sus beneficios en ascenso, y, por el otro, el deseo de una inmensa mayoría de la población votante que, en esta ocasión, ha decidido apostar a un cambio que ya no acepta más demoras.

En efecto, tal cual se ven las cosas, la Democracia tiene ante sí un ineludible dilema. En la cordura y el coraje del pueblo dominicano expresado en las urnas está la decisión final, para poder enrumbar los destinos de la Nación por un sendero más luminoso que el que tenemos a la vista. 

La fecha del 5 de julio ha de seguir brillando como el nacimiento de la democracia, la equidad, y la prevalencia de los derechos de todos los dominicanos. Mantener incólume dicha efeméride, así como la trascendencia que ella conlleva en sí misma constituye el verdadero reto de la nación, en la jornada cívica que se avecina.

¡Adelante, pues!

NYC; junio 20, 2020.

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