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Páginas gloriosas de la patria (I-V)

A Cuco Valoy, con respeto y admiración.

POR: SERGIO REYES II – Periodista. Reside en New York.

¡Mientras haya hombres machos y patriotas, habrá Patria! ( * )

Transcurrían, en forma desbocada, los últimos días de agosto de 1965. La población civil apenas comenzaba a despertar del impacto de la guerra iniciada en Abril, con su secuela de muertes, persecuciones y agresión generalizada contra todo aquel que, por la más mínima sospecha, presentase un perfil proclive a cobijar sentimientos de adhesión, colaboración o integración directa con los insurrectos y, de manera específica, con los Comandos que operaban de manera semi clandestina en los barrios de la ciudad de Santo Domingo colocados al norte del ‘Cordón de Seguridad’.

Sergio Reyes II – Escritor costumbrista, investigador histórico y comunicador

Tras la ejecución de la sanguinaria y abusiva ‘Operación Limpieza’ en las barriadas de la Zona Norte, los odiados guardias del CEFA desplegaron sus tenazas en plena libertad en toda esta parte de la Capital dominicana, contando con el conciliábulo, la protección y el suministro de armamentos de los Marines yanquis; hostigando, repartiendo cachetadas y humillando a la población civil que les veía hacer, conteniendo el asco causado por aquellos asesinos de la Patria, que daban la espalda al pueblo para seguir a unos pocos.

Pero, a pesar de la tensa situación que se vivía en aquellos días, al abrigo de las sombras, en la complicidad de los callejones y vericuetos del submundo en que se mueve la gente humilde que malvive en las ‘parte atrás’ de las cuarterías y casuchas de cartón, cual si estuviesen revestidos de una especie de invisibilidad, los combatientes mantenían encendida con temeridad y valor la llama augusta de la libertad.

Por lo bajo se cuchicheaba -y así se confirmaba en tono triunfalista a través de las frecuencias de la emisora del CEFA-, que estaban llegando a su fin los días de sueños y heroísmos anidados en el seno del pueblo, a partir del pronunciamiento del movimiento Constitucionalista, aquel sábado de abril.

Y apretando las mandíbulas con indignación, la gente comenzó a prepararse para capear el temporal, a sabiendas de que a los ocupantes de dichas barriadas habría de tocarles lo peor. Mucho más de lo que ya se había padecido.

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