POR: JUAN PABLO BOURDIERD.
Explica Torres: –Hemos tenido que luchar contra todo, la juventud de ese tiempo era un poco más pura, más casta. Mejor intencionada que la de hoy; no había droga, mi hermano. Y nosotros nos vestíamos con camisa y usábamos perfume y nos lavábamos las manos, nos acicalábamos correctamente, cosas que no se ven hoy.
Y dice: ─Los profesores de ese tiempo, el profesor Isidro Ureña, Arcadio Ramos, Nery David Echavarría, German Echavarría (Topito), Rosa Emilia Almonte, Blanco Santos que era un maestro por el libro; tenían autoridad sobre el alumno, se ganaban el respeto–, indicó enérgicamente.
–También tengo que reconocer a la primera persona que vi como maestra después de mi madre, Doña Diosa Torres. Vivía por la zona del left field del estadio Armando Sosa Leyba, en Sabaneta, una educadora ejemplar. Ella fue la primera en ponerme un cuaderno y un lápiz delante y me enseñó cómo agarrarlo. Era una maestra muy rígida, hermética; una educadora consagrada con la educación. Mi familia le guarda un respeto especial.
Debo resaltar algunos errores muy serios con maestros universitarios y eso lo aprendí de los doctores Reyes Monsanto y César Saint-Hilaire. Yo no le copiaba al profesor que no dominaba la materia. Llevaba un pedazo de papel y escribía los temas que ellos desarrollaban y entonces lo investigaba; pero recuerdo a los maestros: Vinicio Tavar, de San Francisco de Macorís, en Derecho Penal. Francisco del Rosario (Tavito) tremendo educador. Nosotros los llamamos “el ratón de biblioteca”; yo creo que es el dominicano que más ha leído. También al ex-secretario general del PLD, Reinaldo Pared; de igual forma a José Joaquín Bidó Medina. Asimismo, a la honorable procuradora general de la República, Mirian German.
Precisa Torres: –Los primeros días en la universidad fueron muy críticos para mí. Yo tenía que dormir en el suelo. El domingo tenía que juntar un fogón en el suelo, en el taller de mecánica de la Universidad para poder cocinar. Mi vida comienza a cambiar después de que conozco a los muchachos de Puerto Plata.
–Quiero contarle algo muy grande. Cuando entro a la universidad, mi madre me pide, que por favor, le traiga un título a la casa. Me dijo: “Yo no quiero morirme sin que tú no te hagas profesional; yo quiero irme a la tumba con haber dado un niño profesional, titulado de la Universidad”. Salí con el objetivo de cumplir el mandato de mi madre; pero resultó que trabajar en Metaldom me hizo famoso. Tenía guardaespaldas por la responsabilidad del cargo (sin que eso se me subiera a la cabeza). Ocupé los puestos de Encargado de Asuntos Laborales y Gerente de Seguridad Industrial por diez años, siendo un muchachito–. Aunque debió usar influencia para que aceptaran su renuncia por prescripción médica, según cuenta.
–Yo como sano. No me gusta ni cachú, mayonesa, papitas, nada que sea sintético. Soy enfermo con un bacalao que cocina mi esposa. Ella cocina maravillosamente bien; hemos hecho una buena química en el sentido de la alimentación. También me gustan las frutas, las verduras, o sea, la comida de forma natural con los elementos básicos.
–Los más interesante que me ha pasado –cuenta Ruperto Torres, –es haber sido reconocido en Canadá y recibir una camiseta con la bandera canadiense del equipo campeón de 1986, de hockey sobre hielo, entregados por el primer ministro, Brian Mulroney. Es lo mejor que me ha sucedido.
¿Qué lamenta Torres no haber hecho?, le pregunto. ─No darle una serenata a mi papá, pero si siempre cantábamos juntos, yo nunca lo sorprendí dormido, cantándole, de tantas que he dado. Mi papá se murió sin nosotros saberlo. Cuando llego de Canadá, él me recibe. Estaba, pero estaba durmiendo. Le doy un beso y me voy a dar clase de francés a Guayubín; él hace la gravedad en la tarde y muere en la noche. ¡Cuánto lamento no haber sorprendido a mi padre de esa forma!

¿Qué nunca ha contado al público?, le pregunto sin él esperárselo. ─Que un domingo en la tarde me comí dos libras de chicharrones en Haina y pedí permiso en muchas casas y no me dieron permiso para entrar y tuve que defecarme en la calle, detrás de la puerta de un carro; en el destacamento de la Policía tampoco me permitieron entrar.
¿Cómo surgen los dones y características del Ruperto que Santiago Rodríguez conoce: bailador, poeta, escritor, declamador, cantante, músico…? ─De la universidad, aunque comencé a cantar desde los ocho años, iba a Monción a representar el Municipio; pero el doctor Saint-Hilaire es quien me enseña quien es Juan Llibre y me introduce a conocer la canción romántica dominicana y sus autores, los maestros Juan Lockward, Fernando Casado, José Amado Soler, Rafael Solano, Bullumba Landestoy, Leonor Porcella de Brea, Héctor Cava, quien escribió la canción “Arenas del Desierto”; y Rafael Colón, quien visitó en varias ocasiones esta provincia cantando.
Opinión sobre los ex presidentes: Danilo Medina, Leonel Fernández e Hipólito Mejía.
─ Que cada uno de ellos pasó por el solio presidencial con equipos de trabajo que no se comportaron a la altura de sus investiduras. No los considero delincuentes a ninguno. Son personas que tú los ves hoy y son personas a las que tú les llegas. He compartido con ellos en algunos lugares, por ejemplo, Leonel Fernández me dio el honor de presentarlo cuando él vino a Santiago Rodríguez, aunque muchos sabaneteros no querían, pero Reynaldo Pared Pérez me conocía y recomendó que fuera yo.
Resalte una anécdota que le sucedió en Montecristi. ─Un sabanetero iba a ser reconocido y él pidió que la semblanza la leyera Juan Ruperto, de Santiago Rodríguez. Muchas personas de esa provincia se opusieron y uno de aquí dijo que no podía ser yo, entonces quien iba ser reconocido dijo: –Si no es él, que no me den nada.
Y respecto al presidente Luis Abinader, ¿qué dice Ruperto Torres? ─Los presidentes no tienen tiempo para hacer todo lo que se proponen, pero si él logrará poner un poco más el oído en el corazón del pueblo y llevase consigo una agenda nacional sobre cosas prioritarias para el pueblo dominicano sería maravilloso; que no se vaya sin hacer la Reforma Policial, que ponga en los pueblos que quieren emerger al desarrollo las escuelas vocacionales, casas de la cultura, escuelas de música; que le dé educación al pueblo, que sólo educando los hombres se desarrollan los pueblos, no hay otra forma. No hay que darle dinero a nadie ni mantener a nadie con planes. Darle oportunidad de trabajo y educación, no hay otra cosa. Para el hombre educado no tiene que existir la policía ni métodos coercitivos para hacerlo entender y obedecer la ley porque un hombre educado jamás se coloca por encima de la ley.
Excelente reseñas de nuestro Ruperto.
Ruperto siempre ha sido todo un personaje. Buena iniciativa.