Por: Ricardo González Quiñones
Escritor:
Recuerdo aquel timbre a la 1:00 P. M. cuando salíamos raudos del Liceo Secundario Librado Eugenio Belliard, bajo un sol primaveral, a veces otoñal, con mis tenis gastados, mi uniforme color «kaki» (en realidad ese no es un color), raído por el uso (lo había «heredado» de mi hermano Luís), pantalones «brinca charcos» y el pelo lacio.
El, siempre apacible, se mecía en una mecedora, en la galería de aquel hotel-hospicio que tenía para los forasteros que pernotaban algunas noches en Sabaneta. Era en la calle Próceres de la Restauración por donde hoy existe una farmacia.
Nos hablaba de cultura, de teatro, de poesía. Con una libertad plena, típica de quien tiene no solo el conocimiento, sino la capacidad de transmitirlo. Nunca pasó por mi mente preguntarle su grado de escolaridad, pero pienso que no había necesidad alguna, pues sus charlas nos revelaban la autenticidad de lo preciso, de la fórmula y la función y hasta del método.
Cuando el arte era una novedad, vista con sospecha, por una sociedad envuelta entre distancia e indiferencia (así ha sido nuestra Sabaneta), este hombre ya conocía tanto a Diego Rivera y los retratos de Frida Kahlo, como los lienzos de Jackson Pollock, con lo que se distinguía hablando de ellos.
Entonces entiendo, ahora tan lejos de esos vetustos años ochenta, su devoción por el arte, el teatro. Cuando nos convidó a que hiciéramos de nuevo la obra EDIPO REY, de Sófocles. Su nostalgia de haberla presentado trece o quizás quince años atrás cuando nosotros, este grupo, apenas tenía uno o dos años de edad. Estoy seguro que lo hacía renacer con cada presentación un nuevo augurio en su más íntima convicción.
Así Alejandro Bueno el hijo de Tato, hacia el papel de Edipo, yo era Creonte, su cuñado, y un grupo grandioso de muchachos y muchachas, haciendo papeles aleatorios, nos fuimos entusiasmando con el teatro.
Su nombre PEDRO ANTONIO RAMOS (PEPE), era el maestro, el visionario, un gestor cultural, un autodidacta. Su devoción por los grupos teatrales volaba por encima de los prejuicios que tienen los pequeños y marginados, era innovador, audaz, veloz. Sus enseñanzas nos desdibujaban un mundo hecho con trazos desorientados.
Hoy, ésta Sabaneta que se cree «moderna», «al día», «de avanzada», no ha sido capaz de reconocer aunque sea con un callejón, de los muchos que se han creado con el crecimiento urbano desordenado que ostenta, a este ilustre maestro del Arte, del Teatro y de la Poesía Coreada. No existe una calle con el nombre de PEPE RAMOS, en ningún rincón de Sabaneta.
Solo les digo, que los pueblos son responsables de dejar morir su historia, y de no empoderarse para enaltecer sus ciudadanos sobresalientes, y como PEPE RAMOS, no podemos darnos el lujo de dejarlo pasar por desapercibido.
Seguiremos levantando esa voz de alerta, esa luz roja, ese trazo del camino opuesto a la ignorancia y al desconocimiento, seguiremos dando los campanazos necesarios para que esto se haga.
Mientras tanto, decir PEPE RAMOS en Sabaneta, es hacer la señal hacia la grandeza cultural, la personal y hacia el desprendimiento de una familia cargada de ilustres maestros: VICTOR, GENA Y ARCADIO RAMOS, este pueblo debe estar lleno de vergüenza, cargando en sus hombros esa deuda social, didáctica y pedagógica que tenemos con todos ustedes. Tendremos que subirnos al tanque para vociferarle a las autoridades municipales que sus nombres deben estar escritos con letras de glorias en las calles de nuestro casco urbano.
Hasta pronto, Dios querrá
Ricardo González Quiñones
Sabanetero
Mi amigo Ricardito, un abrazo y sigue aportando para que este tipo de reconocimiento siga haciéndose. Tus mismos recuerdos son los míos, dada la vastedad de la amistad que me unió a Pepe a través de mi padre… y a broma decirte que cuando hiciste Cr
Muy buen articulo, no conoci a ese señor, porque no perteneci a esa generacion, pero los hombres y mujeres ilustres de nuestros pueblos merecen ser recordados y
dados a conocer a las presentes y futuras generaciones.
!!!Gracias Ricardo por esa i
Recuerdo estaba en mis primeros anos de bachillerato cuando Pepe se presento al Liceo y nos reunio a todos en el salon principal para la proposicion de la presentacion de la obra Edipo Rey (conservo una foto tomada el dia de su primera presentacion).
Debo aclarar que Arcadio Gonzalez personificaba a Teresias y que Creonte era Felix Rodriguez.
Gracias Papo, William y Altagracita. Quiero resaltar lo de Edipo Rey, porque el único que podía montar esa obra en ese tiempo era Pepe. Que buena memoria tienes Altagracita, se nota que se metieron todos en cada personaje. Me hubiese gustado ver mi h
Ricardo, lo que mas me gusto de tu articulo fue la mencion que hiciste del querido profesor Victor Ramos. Aunque el no fue el «prota» de tu historia, sino su dinamico hermano Pepe, agradezco la mencion que hiciste de mi profesor favorito. No dejo de
La primera presentacion de Edipo Rey tuvo lugar a mediados de los sesenta. Pepe puso todo su empeno en que los ensayos no interfirieran con las tareas escolares, razon por la cual estos tenian lugar en las madrugadas. Hay muchas anecdotas de hecho