Por: Marcelo Peralta
Hoy 5 de abril del año 2013 es dedicado al periodista dominicano.
Como todos los años el periodismo encuentra nuevos escollos.
En este ejercicio hay hombres y mujeres honestos y trabajadores.
También los hay inmorales y sinverguezas, estorsionadores, sin escrupulos, manipulares, gentes que han estados acusados de violares las leyes, unos que se hacen ricos y amasan fortunas de procedencias cuestionables.
Estas son personas que dañan el buen ejercicio de esta profesión que en la actualidad está cualquierisada.
Hay muchos que en ocasiones son periodistas y en otras están de espaldas al pueblo.
Los medios de comunicación están concentrados entre un grupo de empresarios.
Así no se puede hacer un periodismo objetivo.
Se nota que un solo hombre controla más de 80 emisoras y varios canales de televisión.
Ante esta situación no hay periodismo objetivo.
El periodista tiene roles y retos.
Este hombre o ésta mujer dedicado a este oficio debe tener cualidades y formación.
El Periodista debe ser Investigador.
Debe ser consciente de que su trabajo va a perjudicar o no a una persona.
En esta profesión hay muchal maldad y san cadillas.
A muchos le pueden ponerles trabas.
Y ahí el comportamiento deshonesto de muchos de sus colegas para perjudicar a otros.
Por la escasa formación y la ambición de enrriquecer el principal enemigo de un periodista es su propio colega.
No obstante, a pesar del escamoteo a que estamos acostumbrados, es deber del periodista respetar y decir la verdad.
Debe defender la libertad de información, de comentario y de la crítica.
Es deber del periodista publicar las informaciones, no suprimir y no alterar los textos.
No utilizar métodos deshonestos para obtener informaciones.
Imponerse el respeto a la vida privada de las personas.
Rectificar toda información pública que se presenta como inexacta.
Mantener el secreto profesional y no divulgar la fuente de las informaciones obtenidas confidencialmente.
Evitar el plagio, la calumnia, la difamación y las acusaciones sin fundamento.
No confundir jamás el oficio de periodista con el de publicista o propagandista.
Rechazar toda presión y no aceptar ninguna directiva redaccional sino de los responsables de la redacción.
Todo periodista digno de este nombre acepta como un deber el observar estrictamente los principios enunciados.
El periodista no debe aceptar en materia profesional sino la jurisdicción de sus semejantes.
El periodista tiene derecho a proteger su vida, a la información, a las fuentes informativas, del autor, al secreto profesional, a la cláusula de conciencia y a un salario digno y justo.
Les asisten deberes para con el público en general, para departir con otras personas, para consigo mismo, respeto y solidaridad para con sus colegas.
El ejercicio periodístico no se desarrolla en un campo aséptico y neutral, ni ajeno a toda influencia de los intereses y presiones más diversas.
La información, la comunicación, los medios y las personas que a ello dedican su actividad forman hoy parte de una «industria de la cultura» que dejada a su propia dinámica, tendería a regularse por las conocidas leyes del mercado, el beneficio y la competitividad.
El rol social del periodista y los riesgos comporta la exigencia de una ética de la responsabilidad en toda práctica de su profesión.
No es difícil descubrir el esfuerzo que los propios periodistas han llevado a cabo para elaborar y clarificar el rostro moral de su propia profesión dañadas por un grupo de tránsfugas, que se han materializados en los múltiples códigos de conducta ética que configuran la perspectiva sobre su comportamiento.
El periodista tiene derecho de autor.
Todo periodista, en virtud de su profesión, es sujeto del derecho de propiedad intelectual por su trabajo.
Este derecho fue reconocido por la Declaración universal de derechos humanos de Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948:
Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.
El derecho de propiedad intelectual, el de autor de los periodistas es intrínseco a la profesión de informador.
Esto implica deberes económicos y morales de las empresas informativas en primer término y de quienes fotocopien, reproduzcan o plagien el material obtenido y elaborado por los periodistas.
La picaresca en la actualidad es tan grande que junto a la falta de conciencia individual y colectiva de que se trata de un hurto intelectual, no se puede calcular y evitar el daño pecuniario y moral que se hace a los periodistas.
El público en general posee derechos que el periodista tiene que respetar que es el de ser informado y conocer la verdad de lo que está pasando en el mundo.
El profesional de la información tendrá la obligación de comunicar la información con veracidad y exactitud, y si el público tiene una conciencia colectiva moral, y es ahí donde el periodista habrá de respetar los justos derechos que ello comporta.
El público tiene derecho al servicio a la verdad y objetividad.
A la verdad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa, a la objetividad.
Ahora bien, un mensaje periodístico es objetivo en la medida que ha sido elaborado con carácter no intencional.
Es cierto y bien sabido que las ciencias actuales del conocimiento han matizado y relativizado no poco los conceptos de «verdad» y «objetividad».
El periodista tiene que considerar como una de sus principales obligaciones el deber de rectificar, de forma libre y espontánea cualquier información errónea o inexacta, y el conceder el derecho de réplica, rectificación o respuesta a toda persona que lo solicite.
Éste es uno de los deberes primarios del periodista.
En conexión con esta obligación del periodista está el derecho de réplica, derecho que pertenece al público, al lector en este caso, y que por este motivo insertamos en este lugar y no en el de los derechos del periodista.
Para él no se trata de un derecho, sino más bien de un deber u obligación que comparte con su empresa informativa.
El término «derecho de rectificación» se suele usar para corregir las inexactitudes en los hechos y es obligación propia de la publicación y debe ser hecha de manera instantánea y espontánea.
El lesionado tiene derecho a que se informe bien de él y a corregir los perjuicios que le haya ocasionado una deficiente información.
El periodista tiene el deber de hacer patente siempre la distinción entre aquello que es noticia y lo que es su propio comentario.
El receptor de la información desea saber con nitidez y transparencia hasta dónde llega la noticia y dónde comienza el comentario, cuáles son los hechos y cuáles las opiniones.
Un deber sagrado que el periodista debe respetar, dimana de la Declaración universal de derechos humanos establecido por la ONU en el año 1948 es que toda persona tiene todos los derechos y libertades, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, de otra índole, origen nacional, social, posición económica y condición.
Acabo de leer tu pension…merecida…bendiciones.
Todos los que le hemos dado seguimiento a la labor de Marcelo Peralta, tenemos que llegar necesariamente a la conclusion de que ha sido siempre un profesional ejemplar, de principios etico, aferrado a la verdad, ha llebado en alto siempre a su Sab
Hola Marcelo felicidades, me alegra que su trabajo, se reconosca en hora buena , bendiciones, salud y lo disfrute.