Sin paños tibios: Una respuesta desde Zambrana
Por: Marcelo Peralta.
Santiago, RD. – Sin paños tibios, señor Federico, lamento tener que decirle que usted es un gran desconocedor de la realidad que viven los más pobres de la provincia Sánchez Ramírez, y más específicamente, del Distrito Municipal de Zambrana.
Bastaría con una sola visita al lugar de los hechos para constatar la grave situación ambiental que allí se vive fruto de la contaminación directa de la presa de colas existente.
Usted parece vivir en otro país que no es en el que yo vivo, y parece escribir con desconocimiento total de la realidad de su pueblo.
Sus palabras, más que responder al compromiso periodístico de decir la verdad, parecen responder a otros intereses.
No acostumbro escribir respondiendo a nadie, sino seguir mi trabajo de solidaridad y defensa de los más pobres, pero ante su afirmación de que las denuncias ambientales “se hacen sobre la base de elementos técnicos y científicos, o a partir de especulaciones, prejuicios o presunciones”, no me queda más remedio que responderle.
No sé para quién escribe, ni en qué medio salió su nota, pero sí se percibe con claridad a quién defiende.
No importa por qué ni por cuánto; lo importante es que el pueblo dominicano sepa que sus palabras están divorciadas de la realidad.
Le sugiero realizar una investigación seria sobre el cianuro y los riesgos de las presas de colas en cualquier país del mundo.
Luego, lo invito a visitar personalmente la presa de colas del Yagal (o Llagal), en Zambrana.
Si desconoce su ubicación, yo mismo, junto a una comisión de comunitarios, estaría dispuesto a llevarlo y mostrarle para que vea con sus propios ojos la realidad.
Además, lo invitaría a tomar un vaso de agua del río o arroyo El Naranjo, y a mojar sus manos o pies en las aguas contaminadas de la presa de colas —como ya invité a los ministros de Energía y Minas y de Medio Ambiente, quienes aún no han acudido—, para que experimente en carne propia lo que ya sufren los campesinos de Zambrana.
La realidad no se conoce desde un escritorio ni desde la distancia de la capital.
La verdad está en el terreno, donde los más humildes padecen las consecuencias de un modelo minero que enriquece a pocos y empobrece a muchos.