Por: Fabio Herrera Miniño
Con los augurios de cuatro meses y días muy agitados para todos los dominicanos, se inicia el año con el arrastre de un diciembre cargado de violencias y denuncias de los diversos actos de corrupción en el sector público, en especial en el judicial, de manera que la alegría y la familiaridad de las reuniones para compartir en amor, se vieron abrumadas por tantos recuerdos recientes de sucesos que casi se podrían decir que ya son parte de la nueva conducta violenta de la colectividad criolla.
Volver de nuevo a unas elecciones generales a todos los niveles electorales genera desde ya los temores más variados de confusión en cuanto al llenado de las boletas de votación que serán tres para el nivel, presidencial, legislativo y municipal, permitiendo al votante elegir por la opción que más le guste a sabiendas que ahora la presidencial no arrastrará a los demás, sino que cada uno de los candidatos se rascará con sus propias uñas.
Además, la confusión que generaría el llenado de las boletas, es minimizada por los promotores de la JCE, comentaristas y expertos arguyendo que los dominicanos, al ser muy inclinados a juegos de azar, somos expertos llenando los tickets del loto y de los juegos diarios de los deportes norteamericanos o el palé, quiniela y la tripleta, de manera que la complejidad es rechazada para demostrar a partir de las próximas semanas, cuando se inicien las informaciones masivas para ilustrar a votar a la ciudadanía, sabrán llenar correctamente sus votos, sin temor a las trapisondas que normalmente ocurren en las elecciones dominicanas.
El votante a nivel presidencial podrá elegir entre el candidato oficialista, que ha perdido parte de su brillo del 2012 cuando su popularidad rondaba los niveles increíbles de aceptación de casi un 90%, y el joven opositor del PRM con un repunte notable pese a tener a su alrededor a una serie de ejemplares políticos de conocidas y rechazadas actuaciones en el pasado. Y hay un abanico de opciones a nivel de las 32 provincias para definir un amalgama de nuevos liderazgos a los niveles legislativo y municipal, de manera que el país tendrá un Congreso y municipios multicolor.
Y es que el partido oficialista, dominante desde hace doce años, verá reducir su presencia a los niveles congresuales y municipales, creándose una variada presencia democrática que le permitirá al dominicano establecerle un freno a los afanes continuistas de un grupo político, que originalmente estuvo bien entrenado, preparado y motivado, pero perdiendo todo su glamur por el prolongado disfrute del poder.
El partido oficialista, a cuatro meses de las elecciones, podría perder por culpa de sus errores, apoyo a candidatos señalados por el pueblo como corruptos y por ambiciones desmedidas, de manera que aun cuando ganara las presidenciales, su voluminosa representación senatorial podría reducirse y diezmarse a nivel municipal, logrando la oposición una apreciable presencia muy conveniente para el afianzamiento de la democracia, que con 50 años de un masivo respaldo ciudadano en cada una de las elecciones se lograría la conformación de los órganos cívicos de la ciudadanía con una variedad muy adecuada a la estabilidad social para los próximos años.
No hay dudas que el evento electoral del 15 de mayo es trascendental para el futuro político del país ya que son numerosos los actores políticos que están participando, ya sea como candidatos o como promotores y activistas de los mismos, en su último evento electoral de manera que por decantación la sangre nueva que trata de imponerse está en su derecho y procura su espacio para participar en la política para afianzarse y estar en condiciones de participar con éxito a partir de las elecciones del 2020.
Para mayo no se descarta que algunos de los políticos jóvenes como candidatos podrían definirse como futuros líderes y en donde la presencia obligada del candidato femenino contribuirá a que ella asuma su rol de llevar nuevas esperanzas de honestidad a una actividad tan corrompida y desacreditada como la conformada por las tantas generaciones de hombres cuya meta prioritaria de casi todos es llegar al gobierno para enriquecerse.
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